domingo, 20 de junio de 2010

The Lovely Bones. Peter Jackson está en el limbo.

Susie Salmón, la joven protagonista de The Lovely Bones, la última película de Peter Jackson, es una niña que, tras ser asesinada por un vecino, queda atrapada en un mundo imaginario a mitad de camino en su ascenso al cielo. Allí permanecerá hasta que, al fin, tome conciencia de su propia muerte y se vea preparada para liberarse definitivamente de todos los lazos que la unen a su vida terrenal; momento éste en el que se reunirá con el resto de víctimas de su verdugo y completará su definitivo viaje al mas allá.
Ante semejante premisa quizá cabría preguntarse si los perdidos guionistas de Perdidos tenían conocimiento de esta película cuando escribieron el que iba a ser el definitivo y polémico final de la susodicha serie de televisión, ya que las semejanzas entre ambas son algo más que evidentes.
Pero no es esta la única duda que me asalta tras haber visto esta película. La principal pregunta que me viene inmediatamente a la mente una vez transcurridos los interminables 135 minutos que dura la proyección versa sobre que tipo de sustancia alucinógena habría consumido el director neozelandés durante el proceso de gestación del guión de la película para que sus efectos todavia pudieran manifestarse durante el rodaje de la misma.
La alucinada creación de Peter Jackson tiene un solo momento que hace que uno no acabe de arrepentirse en haber invertido tanto tiempo en verla. Se trata de un momento de absoluta genialidad. Una magistral secuencia en la que vemos como el monstruoso vecino de nuestra niñita está construyendo una casa de muñecas. La cámara se sitúa en todo momento dentro de las reducidas dependencias del juguete y solo conseguimos atisbar fragmentos del cuerpo y del rostro del psicópata a través de las puertas y ventanas de la casita. La idea de mostrar al animal salvaje que amenaza un feliz hogar es evidente y queda perfectamente plasmada en esta inquietante secuencia.
Y ya está, la película no tiene nada más que reseñar. Al menos no positivamente.
Un metraje innecesariamente largo, un sosísimo Mark Wahlberg (cosa que, por otra parte, no es ninguna novedad), una prescindible Rachel Weisz y una desaprovechada Susan sarandon lastran ya de por sí la película pero no son directamente responsables de su hundimiento. Lo verdaderamente grave, lo que de verdad hace que este proyecto fracase de forma estrepitosa (al menos en lo que a mí se refiere) es la toda la parte de la historia que transcurre en ese mundo imaginario que es el cielo de la protagonista.
Toda esa poesía y toda esa belleza que el director fue capaz de crear y transmitir a través del mundo de fantasía que imaginaban las mentes de las protagonistas de Criaturas Celestiales aquí brilla por su ausencia. En The Lovely Bones Jackson no nos emociona. Sus imágenes no son poéticas. Sus imágenes solo nos dicen: mirad, mirad cuantas cosas aprendí a hacer con el ordenador mientras rodaba El Señor de los Anillos,...ahora voy a poner mas amarillo aquí y voy a transformar las hojas de este árbol en golondrinas verdes que saldrán volando. Que mas da que no simbolice nada,...a mí me gusta como queda,...ponle mas colores a ese cielo, anda.
Y luego está la niña protagonista que, para una vez que contacta con el mundo de los vivos a través de una especie de médium, en lugar de desenmascarar a su asesino aprovecha esta ocasión única para morrearse con el chico que le gustaba de su escuela. Para mear y no echar gota, vamos.
Para acabar de completar la jugada también podremos ver en la película un pequeño cameo del propio Peter Jackson haciendo de un cliente que prueba una cámara de 8 mm en una tienda de fotografía a la que acude el padre de Susie a recoger unos revelados.
Se trata una aparición fugaz, de las que le gustaba hacer a Alfred Hitchcock, lo cual me impulsa a decir: ¿emulando al maestro?...no me jodas, Peter, no me jodas.

Para ver el trailer pinchad aquí.

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