domingo, 11 de diciembre de 2011

George Méliès. 150 años del nacimiento de un mago del cine.



Acaba de cumplirse el 150 aniversario del nacimiento de George Méliès, ese mago del cine. Sirva Un viaje a la Luna, su película más conocida aunque no se tratase de su favorita, como homenaje a ese gran fabricante de ilusión.

jueves, 8 de diciembre de 2011

La piel que habito. Sobrevolando el ridículo.

Robert Ledgard (Antonio Banderas) es un eminente cirujano que, tras perder a su mujer a causa de las quemaduras sufridas en un accidente automovilístico, vive obsesionado por conseguir, mediante tratamientos transgénicos, un nuevo tipo de piel que podría haberla salvado.
Se trata de una piel que responde a las caricias pero que resulta insensible al dolor, tanto el físico como el proveniente de  nuestro interior.
Para sus experimentos contará con la ayuda de Marilia (Marisa Paredes) una devota asistenta que nunca le dará la espalda y dispondrá, además, de un cobaya humano: Vera Cruz (¿un homenaje a la película de Robert Aldrich y que interpretaran Gary Cooper, Burt Lancaster y Sara Montiel?) (Elena Anaya) a quién Robert y Marilia tienen retenida.

Esta es la sinopsis de La piel que habito, el más reciente trabajo de Pedro Almodovar y, porqué no decirlo, su obra más arriesgada.
En este trabajo, el director manchego retoma algunos de sus temas habituales como son la obsesión por el ser amado, el dolor provocado por su ausencia y el que somos capaces de provocar por conservarlo. En este aspecto nos encontramos nuevamente ante el Almodovar de las que son, para mí, dos de sus mejores obras: Átame y La ley del deseo.
El tratamiento de estos temas es, sin embargo en esta ocasión, diferente.
En una sociedad, la actual, en la que la imagen ha cobrado especial relevancia y en el que las cámaras y lo que se filma a través de ellas tiene un protagonismo desmesurado, Almodovar se hace eco y llena su película de pantallas y cámaras que pasan a formar parte del decorado en el que se desarrolla su personal y barroco cuento de terror: una macabra historia filmada con estilo y, contrariamente a las convenciones del género, a plena luz.
Pedro Almodovar toma, no se si por primera vez, una novela (Tarántula, de Thierry Jonquet) y se basa en ella y en su devoción por la genial Les yeux sans Visage (Georges Franju, 1960) para ofrecernos un inquietante experimento que, exento en esta ocasión de todo humor, solo por el oficio del director se salva de caer en el más espantoso de los ridículos.
Muchos son los aspectos que lastran esta obra y la acercan al ridículo: la grotesca interpretación de Antonio Banderas,...unos momentos de tensión (la agresión del tigre a Vera, la famosa secuencia de la escalera y el enfrentamiento entre Vera y Robert hacia el final del film) cuyos desastrosos diálogos provocan verguenza ajena,...una estructura narrativa que hace uso de dos flashbacks donde solo debería haber uno,...dos giros de guión inverosímiles y mal desarrollados...Sin embargo su atrevimiento, estupenda banda sonora, una novedosa (al menos para este tipo de película) puesta en escena y una secuencia y frase finales sencillamente magistrales permiten compensar los múltiples defectos de la película y hacerla remontar hasta el punto de convertir su visionado en, al menos, una grata experiencia.

Para ver el trailer pinchad aquí.



martes, 29 de noviembre de 2011

Fallece Ken Russell, el controvertido cineasta Británico.


Admirado por unos, odiado por otros,..Siempre polémico, su cine nunca ha dejado indiferente.
Ayer falleció, a sus 84 años de edad, el director Británico Ken Russell. Responsable de trabajos tan interesantes como Tommy, Mujeres enamoradas, Los demonios o Malher nos deja un legado tan inmortal como la música de aquellos compositores sobre los que rodara.
Hasta siempre.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Blackthorn. What if...?

What if...? (que hubiera pasado si...) es un término muy utilizado en el mundo del comic para editar números especiales en los que mostrar una línea argumental alternativa que podría haber tenido lugar si, en un momento crucial de la historia del protagonista, éste hubiera tomado una decisión diferente a la elegida inicialmente o si un suceso crucial hubiera tenido el resultado contrario al que tuvo.
Empleando este recurso hemos podido ver lo que hubiera pasado si Daredevil hubiera asesinado al Kingpin, si el traje alienígena hubiera poseido por completo a Spiderman o si la araña escarlata hubiera acabado por asesinar a Spiderman como final alternativo de la lamentable saga del clon.
Desarrollos más interesantes y llevados al cine (que, a fin de cuentas, es lo que nos ocupa) los encontramos en los casos de V de Vendetta, donde vemos lo que hubiera sucedido de triunfar en Reino Unido un régimen como el del Tercer Reich, y Watchmen (mi favorito) donde asistimos al devenir de la historia reciente de los Estados Unidos en el caso de que los superheroes hubiesen existido en realidad y fuesen, como no, Norteamericanos.
Mateo Gil, guionista habitual en las películas de Alejandro Amenabar, ha decidido dar el salto a la dirección cinematográfica y lo hace sumándose a la lista de los What if...? con Blackthorn.
Blackthorn, título al que, siguiendo la maldita costumbre de las distribuidoras de este país, en España se le ha añadido el subtítulo Sin destino, es, sin duda, una apuesta arrisgada. Y lo es ya no solo por el hecho de tratarse de un western español rodado en Bolivia (algo que, de por sí, ya supone un handicap importante) sino por el hecho de alterar una de las historias cinematográficas que más huella han dejado en el espectador: la historia de Butch Cassidy y Sundance Kid de Dos hombres y un destino (George Roy Hill, 1969).
¿Quién no recuerda el plano fijo final de la película en el que vemos la imagen congelada de ambos pistoleros mientras el ruido de los disparos del Ejército Boliviano nos anuncia su muerte? Pues bien, Mateo Gil parte del supuesto de que tal muerte, debido a que los soldados bolivianos apenas saben disparar, nunca tuvo lugar y nos presenta a un Butch Cassidy, ya mayor, que ha seguido con su vida en la misma Bolivia, y como criador de caballos, bajo el nombre de Blackthorn.
La película de Mateo Gil es un western intimista. Un interesante trabajo en el que el español muestra su devoción por el género western, un género del que parece conocer a la perfección sus claves. Es, precisamente, esa devoción por el género el principal inconveniente de este trabajo.
En Blackthorn encontramos, por supuesto, Dos hombres y un destino. Las referencias a esta película en su estructura narrativa, con numerosos flashbacks de la juventud de la pareja de pistoleros, son evidentes. Pero también se encuentran en Blackthorn el nervioso Zoom de Sergio Leone, los grandes espacios abiertos de John Ford o los grandes momentos de camaradería de las películas de Howard Hawks. Todo esto dificulta el encontrar, precisamente, los rasgos de autoría de Mateo Gil. Un director que parece haber preferido mostrarnos el altiplano boliviano (magníficamente fotografiado, dicho sea de paso) antes que dar mayor solidez a su historia.
Con todo y con eso, Blackthorn no deja de ser recomendable. Un trabajo notable y con un gran protagonista , Sam Shepard, que sin duda gustará a los, como yo, amantes del género.

Para ver el trailer, pinchad aquí.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Melancolía. Nihilismo, minimalismo y apocalipsis.

De igual forma que ya sucediera con Anticristo, su anterior film, no podemos hablar de Melancolía (el, hasta el momento, último trabajo del cineasta danés Lars Von Trier) sin hacerlo de su excepcional prólogo. Díez minutos de imágenes ralentizadas y sin diálogo que, planificadas a modo de preludio operístico y acompañadas por un fragmento de Tristán e Isolda nos muestran todo lo que ha de suceder en la película.
Justine (Kirsten Dunst), vestida de novia, que apenas puede andar  a causa de numerosos hilos de lana que, a modo de densa telaraña, enredan sus piernas...; Claire (Charlotte Gainsbourg), con su hijo en brazos, avanzando con dificultad por un campo de golf de cesped extrañamente alto...; Justine contemplando asombrada como de la punta de sus dedos brotan chispas mientras pájaros muertos caen del cielo a su alrededor...; Justine, vestida de novia, arrastada por un torrente en una imagen que recuerda a la de la muerte de Ofelia tras ser empujada a la locura por el príncipe Hamlet...; Justine, Claire y Leo frente a la mansión familiar bajo un cielo de tres lunas...; un escalofriante plano del planeta errante Melancolía chocando contra La Tierra... Todo ello, orquestado al ritmo de la música de Wagner, sirve al siempre sorprendente director danés para ofrecernos su particular y minimalista versión del fin del mundo. Un apocalipsis provocado por el choque de dos planetas que sirve de metáfora literal del choque de las personalidades antagónicas de las dos hermanas protagonistas del film.
Siguiendo con las analogías con su anterior trabajo también en esta ocasión Lars Von Trier nos ofrece una película dividida en capítulos (concretamente dos).
El primero de los capítulos (responsable, según mi modesta opinión, de que esta película no acabe siendo una obra maestra) está dedicado a Justine y transcurre a modo de pequeño remake de Celebración (Thomas Vinterberg, 1998) en el que el danés carga con la cámara al hombro y, empleándola a modo de ariete, arremete contra la burguesía destruyendo su concepto de la belleza y la seguridad y poniendo su hipocresía al descubierto (ejemplares, en este sentido, los papeles tanto de la rebelde madre de Justine como el de su padre, ese payaso triste que, tras ofrecerse a estar siempre ahí para apoyarla, no duda en desaparecer cuando más lo necesita su hija).
En el segundo de los capítulos, dedicado éste a Claire, se retoma el buen pulso mostrado en el prólogo y asistimos al choque entre las dos hermanas y su forma de afrontar el desastre.
Mientras Claire se muestra aterrorizada ante la llegada de un inminente desastre para el que no hay escapatoria posible y que deja al descubierto la falsa seguridad que su vida burguesa parecía ofrecerle, su hermana Justine, aquejada de una profunda depresión e incapaz de ser feliz a pesar de tenerlo todo para poder serlo, por el contrario, afronta el final con serenidad y con el pleno convencimiento de que es lo mejor que puede sucederle a La Tierra ya que ésta es mala por naturaleza.
Este punto de vista, completamente Nihilista, convierte  Melancolía en una especie de proyección de Anticristo. Si en Anticristo sus personajes  transmitían la idea de que la vida es dolorosa y sin sentido en Melancolía se prolonga esta concepción con la de que estamos solos en un Universo plagado de momentos de destrucción y que el día que desaparezcamos nadie nos va a echar en falta. Es por esto que una luz que evoca muerte impregna toda la película.
Conociendo la naturaleza depresiva del autor y visto como ridiculiza la postura de Claire ante el final cuando propone esperarlo degustando una copa de vino, podríamos pensar que Lars Von Trier cree a pies juntillas los argumentos nihilistas que defienden que la vida es absurda y carece de finalidad. Sin embargo, a última hora y en un momento de cine mayúsculo, Justine hace algo mágico y poético encaminado a confortar a su sobrino...
¿Quizá preservar la infancia sea la finalidad de toda vida?

Para ver el trailer pinchad aquí.

martes, 1 de noviembre de 2011

El niño de la bicicleta. El Doinel de los Dardenne.

Cyril es un niño que, tras haber sido abandonado por su padre, vive en un centro de acogida del que escapa siempre que tiene ocasión en un intento de localizar a su progenitor.
En una de sus escapadas se encuentra con Samantha, quién se comprometerá a convertirse en la familia de acogida del muchacho los fines de semana.
Éste es el sencillo argumento de El niño de la bicicleta (Le gamin au vélo), película que tuve ocasión de ver el pasado Domingo y que constituye el último trabajo de los hermanos Dardenne tras su estupenda El silencio de Lorna, que en su día ya comentara en este espacio.
El niño de la bicicleta, galardonada con el gran premio del jurado en la pasada edición del Festival de Cannes, es una muestra de puro cine no exenta de claras influencias. Y es que el niño protagonista se encuentra muy próximo a Antoine Doinel, el que fuera el celebrado protagonista de Los cuatrocientos golpes de François Truffaut y alter ego del director francés a lo largo de tres películas más (Besos robados, Domicilio conyugal y El amor en fuga).
 Cyril, emulando la carrera de Doiniel en la que se ha convertido en una de las más celebres escenas de la historia del cine, es un personaje que se encuentra en constante movimiento, bien corriendo o bien subido a una bicicleta de la que apenas se separa y que constituye su único nexo de unión con la infancia. Un movimiento que es una constante búsqueda de la inocencia y una huida de una vida empeñada en arrebatársela.
No es la película de Truffaut la única fuente de la que beben los realizadores Belgas ya que, desde la aparición en su historia del joven delincuente callejero con el que Cyril se cruzará, uno no puede evitar recordar al Jaibo, ese inolvidable personaje de Los Olvidados, obra maestra de Luis Buñuel, que en su día interpretara Roberto Cobo.
Pero no nos equivoquemos, una influencia no es una copia y El niño de la bicicleta tampoco lo es. El último trabajo de la pareja de realizadores belgas es un trabajo fiel a su estilo. Un trabajo en el que la cámara es cargada al hombro y, en un movimiento constante, nos acerca tanto a los personajes que nos convierte en parte integrante de una historia de final abierto en la que el drama social vuelve a estar presente aunque en esta ocasión se nos muestre sin tanta dureza como lo hacían en Rosetta y en la citada El silencio de Lorna. Un trabajo, dicho sea de paso, en el que los directores exprerimentan por primera vez con el uso de la música.
El niño de la bicicleta es, segun mi modesta opinión, un trabajo redondo. Una muestra de puro cine con todos los números para convertirse en la película del año.
Pero, claro,... solo es mi opinión.

Para ver el trailer pinchad aquí.

domingo, 16 de octubre de 2011

El árbol de la vida. La nueva elipsis más larga de la historia del cine.

En alguna ocasión he comentado en este espacio cómo el asistir a la proyección de 2001:Una odisea del espacio en un cine Valenciano me impactó visualmente de tal manera que me convirtió en un adicto al cine, en un devorador de películas, en un completo yonki del séptimo arte.
Sigo viendo películas a un buen ritmo (a veces, incluso, una diaria) pero hacía mucho tiempo, demasiado, que no pisaba una sala de cine y, en esta ocasión, lo he hecho. Y la elección para tal evento no podía ser mejor: El árbol de la vida, lo último de Terrence Malick, en una reducida sala de cine ocupada (a medias) por un público consciente de lo que iba a presenciar y proyectada en alta definición con una calidad de imagen y sonido inmejorables.
El visionado de la película ha consistido en 160 minutos de sensaciones reencontradas. Nuevamente me encuentro en una sala de cine ante una enorme pantalla viviendo una fascinante experiencia visual.
Quizá haya momentos que escapan a mi entendimiento. Quizá mi interpretación final de lo visto no coincida con la del espectador que se sienta a mi lado y quizá nunca llegue a ver lo que seguramente Malick pretendia mostrarnos. Quizá incluso sea, al igual que 2001, una película que reinterprete cada vez que la vea. Lo que es seguro es que acabo de ver una película de ha dejado una huella indeleble en mi memoria.
El Árbol de la vida, si bien es una experiencia visual fascinante, no es una experiencia sencilla. Un estilo narrativo cercano al cine experimental, la prácticamente total ausencia de escenas dialogadas de forma convencional y una estructura fílmica construida a base de retazos de la memoria y evocaciones de emociones y sentimientos sin continuidad temporal convierten la última obra de Malick en un film no apto para todos los públicos, independientemente de la edad de éste.
Tras un prólogo en el que asistimos al momento en el que una familia americana de los años cincuenta recibe la noticia del fallecimiento de su primogénito (supongo que en la guerra de Corea) el director nos brinda la nueva elipsis mas larga de la historia del cine en un salto temporal que nos lleva hasta el mismísimo Big-bang y tras el que Malick sustituirá los convencionales planteamiento-nudo-desenlace del lenguaje narrativo tradicional por un mastodóntico Origen-vida-muerte creando, de esta forma, en su película, un tríptico en el que somos testigos del origen de la vida (un origen que destierra toda idea creacionista) en una primera parte que finaliza, quizá para evitar odiosas comparaciones con el feroz acceso de violencia del primate prehistórico filmado por Kubrick, con la muestra de compasión de un Dinosaurio.
Tras un nuevo salto temporal que nos devuelve a la América de los cincuenta observamos el desarrollo de la vida como una constante búsqueda de Dios y un intento de comprensión de la naturaleza humana representados en la dificil relación de una mujer y sus hijos con un padre/marido, interpretado por un convincente Brad Pitt, por momentos excesivamente cruel pero que no desea otra cosa que el bienestar de sus hijos. Algo que, en manos de Malick, bien podría ser la representación de la relación de Dios con la raza humana.
En su tercera parte, a mi entender la que no se encuentra a la altura del resto de lo filmado, y a modo de epílogo, vemos como el hombre es capaz de encontrar a Dios y su lugar en el mundo a través del perdón para acabar habitando, tras la muerte, una especie de paraiso.
Lo dicho. Una película no recomendable para todos los públicos y a la que yo, personalmente y desde un punto de vista cinematográfico (el religioso ya es otro cantar), solo puedo reprocharle (aparte de ese tramo final desmerecedor del conjunto) un uso de la música por el que se tiende a acentuar en exceso ciertas imagenes cuya fuerza visual no requiere de subrayado alguno y ese cierto aire de pretenciosidad que, por momentos, emana del trabajo de un hombre que se ha colocado tras la cámara con la clara intención de rodar una obra maestra a sabiendas de que si alguien es capaz de hacerlo ése es él.


Para ver el trailer pinchad aquí.

sábado, 15 de octubre de 2011

domingo, 18 de septiembre de 2011

Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos.

Zhang Yimou es un director que nos tiene acostumbrados a radicales cambios de registro.
Comenzando desde un cine costumbrista cercano al neorrealismo con películas como Sorgo Rojo, La Linterna Roja  o Ju Dou, Semilla de Crisantemo (y tengo que adelantar que este es el cine que prefiero) que luego aparcaría para pasar a experimentar con los colores y los cables en su trilogía de fantasía y artes marciales compuesta por Hero, La Casa de las Dagas Voladoras y La Maldición de la Flor Dorada para acabar, tras esta etapa, por hacerse cargo de la creación de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Pekin ahora aborda un proyecto no de tan gran envergadura pero sí ambicioso y, sin duda, arriesgado: el remake de la ópera prima de los hermanos Joel y Ethan Coen  Sangre Fácil.

Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos nos relata como una mujer, junto a su cobarde amante, planea asesinar a su déspota y maltratador marido. Un marido que, sospechando la traición, contrata a su vez a un policia corrupto para que acabe con la pareja.
Pero el policia tiene sus propios planes lo cual, junto a las actividades de otra pareja de trabajadores de la tienda de fideos regentada por el marido, enredará la situación hasta límites insospechados.

La película original es un thriller sucio, lleno de tensión y con los habituales ribetes de humor negro de los Coen. La película de Yimou es....otra cosa.
El cineasta asiático nos brinda una extraña mezcla de western y ópera bufa  de dificil asimilación para el espectador occidental.
La película funciona muy bien a ratos y, curiosamente, estos ratos son, a pesar de los impresionantes exteriores y la espectacular fotografía, los momentos en los que el film transcurre en interiores y lo hace de forma pausada y sin diálogo tratándose, generalmente, de escenas nocturnas.
El resto de la película, con sus tomas zenitales, contrapicados, caidas sin gracia y las histriónicas interpretaciones de unos actores sacadados del Kabuki, puede llegar a provocar una gran irritación en el ojo de un espectador que, como el occidental, no se encuentra habituado a este tipo de espectáculo.
Quizá la culpa sea nuestra y de un cierto anquilosamiento o quizá haya ciertas diferencias culturales que sean insalvables y haya que ser chino para poder disfrutar la película en su totalidad. Lo que no puede negarse es que Zhang Zimou es un director en continua experimentación, capaz de afrontar con total convencimiento cada proyecto y que cree firmemente en lo que hace. Un autor cuyas obras nunca pueden ser acusadas de dejar indiferente al espectador.

Para ver el trailer pinchad aquí.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Super 8. E.T. se hizo adulto.

Receta para un plato veraniego:
Tómese un par de medidas de Los Goonies. Añádase una medida de E. T. y aderécese la mezcla con esencia de Tiburón.
Espolvorear la masa con una pizca de conflicto familiar y algo de crisis infantil y completar con un toque nostálgico.
Servir, preferentemente sobre una fuente de efectos especiales.

Super 8, el último plato cocinado por J. J. Abrams, obedece a esta receta y el resultado es una película-homenaje al cine que Steven Spielberg hacía cuando algunos de nosotros todavía éramos jóvenes. Cuando los acontecimientos familiares eran filmados en Super 8 y uno tenía que esperar tres días para que su película fuera revelada en la tienda del barrio. Cuando los mejores estrenos del año llegaban a nuestros cines en Verano y Navidades y teníamos que superar largas colas para comprar nuestra entrada. Cuando, al finalizar la proyección, el público aplaudía.
Para ese niño, ése que iba emocionado al cine y soportaba estoicamente la larga cola frente a la taquilla acompañado por sus padres, Super 8 habría sido una película que quedaría grabada en su memoria como una obra maestra. De la que hablaría entusiasmado con sus amigos una y otra vez y que, seguro, vería en más de una ocasión.
Y, es que, para ese chaval, Super 8 lo tiene todo. Tiene ritmo, tiene un espectacular accidente de tren, tiene momentos divertidos, tiene momentos para emocionarse, tiene buenos, tiene malos, tiene niños que tienen que asumir el papel de heroes y tiene un monstruo.
El problema es que, al menos en mi caso, ese chaval ya no está ahi. La edad, el bagaje cinematográfico acumulado a lo largo de los años y, porqué no, la vida lo han ido enterrando hasta tal punto  que me  ha sido completamente imposible (y de verdad que lo he intentado) recuperarlo a la hora de afrontar el visionado de está película. De manera que los ojos que la han visto han sido los míos en lugar de los suyos y lo que han visto estos ojos, incapaces de no analizar lo que se expone ante ellos, es, ciertamente, una película de buen ritmo y en la que muy acertadamente, y como ya ocurriera en Tiburón, se nos raciona la forma de mostrarnos al monstruo a fin de que la imaginación, madre de todos los terrores, cobre mayor protagonismo. Pero también han visto una película de personajes planos y subtramas escasamente desarrolladas y pobremente resueltas fruto de un guión esbozado a base de trazos excesivamente gruesos que pretende hacernos comulgar con ruedas de molino. Y es que, seamos realistas, a pesar de estar hablando de cine fantástico...¿acaso no resulta excesivo pretender que nos traguemos sin más que ese extratrerrestre superpoderoso al que parece que nadie es capaz de detener fuese una vez reducido por los militares y que, a su vez, éste no fuera capaz de escapar de un vagón de tren de no ser porque alguien provocara su descarrilamiento? y, ya puestos, ¿debemos también tragar con que en medio de semejante desastre quede un coche perfectamente reluciente y con el camino despejado para que los niños puedan escapar en él?
Lo cierto es que Super 8, pensada como una película de tintes nostálgicos por su director, cumple con su función...al menos en parte, ya que si bien no consigue despertar en mí la nostalgia por una forma de hacer cine si que consigue despertar la nostalgia por una mirada que era capaz de ver esas películas de manera inocente y que, me temo, se ha perdido para siempre.


Para ver el trailer pinchad aquí

martes, 2 de agosto de 2011

Rango. El camaleón sin nombre.

Hace tiempo que, cada vez que veo una película de animación, vengo reclamando una enfocada exclusivamente al público adulto.
La saga de Toy Story, Wall-E, Up, Monstruos S.A. son todas películas que, aún pareciéndome grandes películas (los minutos iniciales de Up constituyen, a mi entender, una obra maestra) no han conseguido evitar caer en la tentación de contener momentos rodados con la clara intención de atrapar al público infantil. Supongo que la idea es ampliar el espectro de público potencial a fin de asegurarse la asistencia de éste a las salas de proyección.
Número 9 estuvo más cerca de ser esa película. Sin embargo, a pesar de transcurrir en un tenebroso ambiente post-apocalíptico y a pesar de la complejidad de una trama cargada de misticismo, el director no acabó de rematar la faena e introdujo alguna que otra persecución vertiginosa de esas que hacen las delicias de los más pequeños.
No obstante, y a pesar de esta pequeña desilusión ( y digo pequeña porque, a fin de cuentas, yo también disfruto contemplando esas vertiginosas persecuciones si estan bien rodadas) he seguido pensando que llegaria el día en que alguien ofreceria una película animada no apta para todos los públicos.
Ayer vi Rango, de Gore Verbinski, y, de repente, me sorprendí a mi mismo pensando "como le lleve esta película a mis sobrinos o se espantan o me la tiran a la cabeza". Algo que, por descontado, me llenó de satisfacción.
Rango es un Western protagonizado por un camaleón sin nombre que, sin comerlo ni beberlo, se ve adoptando el papel de Sheriff de un pueblo perdido en pleno Desierto del Mojave que sufre los estragos de una acuciante falta de agua. Al parecer alguien en el pueblo pretende enriquecerse controlando las reservas de agua y el forastero recien llegado será el encargado de desentrañar el misterio.
Otra forma de explicarlo sería decir que Rango es un homenaje a los spaghetti-western en los que Clint Eastwood encarnaba al, ya mítico, Hombre sin Nombre, capaz de matar a siete hombres con una sola bala. Un western mas raro que un perro verde que, partiendo de un arranque que parece gestado tras la ingesta por parte de Verbinski de algún tipo de hongo alucinógeno, nos sumerge en un universo poblado por los mas feos integrantes de la fauna desértica en el que transcurre una trama que, por un momento, con esa víctima que es encontrada ahogada en pleno desierto, nos recuerda a la magnífica Chinatown de Roman Polanski y en el que encontramos guiños a Star Wars e Indiana Jones (algo que sorprende sobremanera hasta que uno, si se toma la molestia de quedarse hasta el final de los créditos, descubre la mano de George Lucas metida en el proyecto) y, porqué no, a Deadwood, la genial y defenestrada serie de HBO.
Y otra manera más sería decir que Rango es el relato de un viaje iniciático. Una huida hacia delante intentando escapar a la soledad de una existencia sin motivación y en busca de la propia identidad que se nos presenta bajo la apariencia de una película de animación técnicamente impecable rodada (¡en 2D!) prestando particular atención a la ambientación y en la que se rodea al protagonista de un elenco de secundarios más ricos e interesantes de lo que acostumbramos a encontrar en las películas protagonizadas por actores de carne y hueso.
Lo que está claro es que, independientemente de cual sea su clasificación en los cines, Rango no es una película para todos los públicos...y tampoco es una película perfecta.
Rango es un trabajo notable que, a pesar de perder fuelle hacia la mitad de su metraje debido sobre todo a lo repetitivo de algunos de sus gags, un servidor recomienda. Además, aconsejo, como siempre, que se vea en su versión original ya que, aun contando con un buen doblaje en castellano, resulta impagable escuchar la voz de Johnny Depp por boca del camaleón protagonista asi como escuchar al Espíritu del Oeste con la voz de Timothy Olyphant, si bien hubiera sido preferible encomendar dicha tarea a Clint Eastwood, como facilmente comprendereis quienes veais o hayais visto ya la película.

Para ver el trailer pinchad aquí.
(Aviso: el trailer es engañoso, no refleja el estilo de la película que realmente se va a ver).

martes, 26 de julio de 2011

Revisitando: Jules et Jim.

En 1920 Franz Hessel (novelista, ensayista, traductor alemán y padre de stéphane Hessel, autor del famoso ¡indignaos!) publicó la novela Romance en París (Pariser Romanze), recientemente publicada por primera vez traducida al castellano. En ella se relata como un personaje llamado Wächter, el protagonista y narrador de la historia bajo el que suponemos se esconde el autor, se enamora de Lotte, una joven alemana a la que conoce en París en 1912 y que en realidad sería el resultado de la traslación al papel de Helen Grund, la que por entonces era su esposa. El relato de la historia de amor entre Wächter y Lotte lo iremos conociendo a través de la correspondencia personal que el protagonista mantiene con Claude, su amigo íntimo francés.
Claude es el nombre bajo el que se esconde otro personaje real, Henry-Pierre Roché, escritor francés íntimo amigo de Hessel y que, además, se convirtió en amante de Helen.
El escritor francés publicaría en 1953 una ficción basada en este triángulo amoroso que luego, en 1965, François Truffaut convertiría en su tercera película, Jules et Jim. Tanto la novela de Roché como la película de Truffaut pueden considerarse espejos en los que  Jules es el reflejo de Franz Hessel, Jim es el del propio Henry-Pierre Roché y Catherine es el de Helen.
Jules et Jim, la película de Truffaut, es una de mis favoritas y todo un referente de la Nouvelle Vague francesa.
El director francés filma, apoyado por la estupenda fotografía en blanco y negro de Raoul Coutard, no solamente el relato de una relación a tres bandas sino que nos ofrece todo un canto al amor, un himno a la vida y una invitación a vivir ésta con pasión.
Un poema de inesperado y trágico final, no por ello menos bello, pleno de momentos que dejan una impronta eterna en nuestra memoria. El relato de la ejemplar amistad entre dos hombres a los que solo la guerra consigue separar. El retrato de una mujer (inolvidable Jeanne Moreau) sensual, bohemia y pasional, cuya complejidad psicológica la arrastra a la autodestrucción. Todo esto es Jules et Jim y todo esto es lo que actualmente podemos volver a disfrutar gracias a la recuperación que, de esta película, acaba de hacer Avalon.
La distribuidora, para dar comienzo a su colección HD Inedits, acaba de editar en Blu-Ray una copia impecable de esta película  a partir de un nuevo máster restaurado en alta definición que nos permite revisitarla en las mejores condiciones posibles acompañada, además, por un audiocomentario de la propia Moreau, por una presentación en off de Serge Toubiana y por el segundo cortometraje de Truffaut (Les Mistons, 1958), una joya que nos deja una escena tan breve como inolvidable con ese plano fugaz en el que uno de los mocosos que da título al corto se acerca a escondidas a la bicicleta de su adorada Bernardette para oler y besar su sillín.
Completan esta edición para coleccionistas un cortometraje de Mateo Gil ¿? y una camiseta conmemorativa de la película de Truffaut.
Imprescindible.

Para ver un fragmento de Jules et Jim pinchad aquí.

domingo, 24 de julio de 2011

Un nuevo miembro para el "Club de los 27"


Pudo haber revolucionado por completo la musica "Soul"...talento para ello no le faltaba.
En su lugar, tras múltiples problemas con el alcohol y las drogas, decidió apuntarse a la máxima "vive deprisa, muere joven y deja un bonito cadaver" y ha acabado por ingresar en el tristemente conocido "Club de los 27". Un club en el que el que los obligados requisitos para ser aceptado son dos: ser músico y morir antes de los 28.
Amy Winehouse, de 27 años, fue encontrada muerta ayer en su domicilio pasando a engrosar así las filas de ese fatídico club del que ya formaran parte artistas como Kurt Cobain, Janis Joplin y Jimi Hendrix.
Lástima.

Para disfrutar con una pequeña muestra de su talento pinchad aqui.

sábado, 9 de julio de 2011

Un cuento chino. La extraña pareja.

A pesar de lo mucho que he despotricado contra ello, lo cierto es que uno no puede conseguir asistir a la proyección de una película despojado por completo de ideas preconcebidas.
De esta manera, cuando uno acude a la proyección de una película oriental da por sentado, si no dispone de información previa, que asistirá a un espectáculo de ritmo pausado, cuidada fotografía y repleto de simbología.
De igual forma, una película Sueca será dura, oscura y deprimente; una película española hará referencia de alguna manera, irremediablemente, a la guerra civil; en una película iraní nunca pasa nada y el cine argentino es un cine en el que se habla mucho y sale Ricardo Darín
He tenido la ocasión de ver Un cuento chino, la última película de Sebastián Borensztein, y, una vez más, se hace patente el gran error que supone no acometer el visionado de una película con la mente liberada de todo prejuicio.
Y es que Un cuento chino es una película Argentina, si. Sale Ricardo Darín, si. Pero para nada es una película en la que se hable mucho. Es más, se trata de una película en la que la imposibilidad de la comunicación juega un papel esencial.
La película da comienzo con la imagen de una vaca cayendo del cielo a toda velocidad para acabar por impactar sobre la cabeza de una joven china a la que, en ese instante, su joven novio acababa de proponer matrimonio (¿puede haber comienzo más estimulante y menos propio del cine argentino que éste?) para, en la escena siguiente, llevarnos al interior de una ferretería bonaerense en la que Roberto, personaje interpretado por Ricardo Darín, se haya peleando con una caja de tornillos.
Tras esta presentación nos encontraremos ante una película pequeña. Una obra tragicómica rodada con muy buen pulso que gira en torno a un gran y complejo personaje, espléndidamente compuesto por Ricardo Darin, y como la vida de éste se ve alterada a causa de su fortuito encuentro con el joven chino del comienzo del relato.
Aunque, como he dicho, la película sea una película pequeña y libre de pretensiones, no todo es simpleza en ella. Nos encontramos ante un trabajo muy cuidado, de múltiples lecturas y con un personaje lleno de matices.
Roberto es un cincuenton solitario que tiene organizada  su vida alrededor de una serie de hábitos que prácticamente lo convierten en un misántropo. Hábitos que, como iremos descubriendo, ha ido adquiriendo a raiz de dos hechos clave en su vida: la muerte de su madre y la guerra de las Malvinas.
Roberto, a pesar de su nacionalidad y debido a su carácter, no es un gran conversador (apenas frases sueltas pronunciadas, la mayoria de ellas, en la soledad de su hogar) y tendremos que ir conociéndolo en base a gestos, miradas, actos y situaciones. Es aquí donde juega un papel esencial el buen trabajo realizado con el guión y se pone de manifiesto la estupenda composición que, de su personaje, hace Ricardo Darín. La escena en la comisaría, la devoción mostrada cuando descubrimos el fin al que va destinada una figurita de cristal comprada a través de internet y ese momento de genialidad en el que Roberto rechaza un juego de brocas de regalo al saber que son inglesas son perfectas muestras de como, sin alarde de ningún tipo, se va desgranando un personaje hasta que llegamos a conocerlo intimamente sin que deje de resultarnos creible.
Y si el personaje central es un personaje lleno de matices, lo mismo ocurre con la historia.
El relato es un relato con múltiples lecturas que descubrimos una vez éste sale airoso del mayor reto que se le plantea y que no es otro que el intentar evitar que la relación entre los dos personajes derive hacia la típica comedia de situación llena de gags propiciados por los carácteres antagónicos de los dos protagonistas (es dificil no imaginarse en algún momento a Walter Matthau en la piel del ferretero y a Jack Lemmon en la del chino).
Aqui hablamos de otras cosas o, mejor dicho, ya que hablar se habla poco, aquí se nos muestran otras cosas y la película acaba por resultar ser una reflexión acerca de como el azar rige nuestras vidas, como veremos en los recortes de noticias sorprendentes que Roberto se dedica a coleccionar, sin que nosotros podamos hacer más que intentar darle un sentido, y una reflexión acerca de la incomunicación. Incomunicacion social entre las personas (y aqui tengo que hacer referencia a la que resulta, para mí, la mejor escena de la película y su momento mas divertido: el enfado de Roberto con un tendero chino al descubrir que no todos los chinos hablan el mismo idioma) e incomunicación entre personas e instituciones públicas (de nuevo hay que hacer referencia a una genial escena: la que tiene lugar en la embajada china de la que el ferretero acaba por ser expulsado).
Nos encontramos pues, en  Un cuento chino, con una película muy recomendable, un trabajo notable que, a pesar de verse lastrado por una serie de escenas a modo de ensoñaciones surrealistas que no acaban de casar bien con el resto del relato y un final en exceso previsible, uno se alegra de haber visto.

Para ver el trailer pinchad aquí.

jueves, 30 de junio de 2011

Falling Skies. Un refrito de lugares comunes.

Anoche tuve ocasión de ver el episodio piloto de Falling Skies, el retorno de Steven Spielberg a la ficción televisiva y que constituía uno de los acontecimientos televisivos más esperados para este verano.
La serie narra la lucha de los humanos para sobrevivir a una invasión alienígena dando comienzo medio año después de que ésta tuviera lugar.
El arranque del capítulo piloto, que no es más que los capítulos primero y segundo emitidos de manera consecutiva, es sencillamente magistral. En él se nos facilita en escasos minutos toda la información que necesitamos conocer acerca de lo acontecido en esos seis meses transcurridos desde el comienzo de la invasión extraterrestre sin imágenes de lo sucedido, simplemente será necesario escuchar la voz en off de unos niños que comentan unos dibujos que van apareciendo en pantalla. Unos dibujos que, sobre la invasión alienígena, han realizado ellos mismos para la doctora que los está tratando a fin de minimizar el impacto psicológico que los sucesos de los últimos meses pueda tener sobre sus mentes.
Transcurridos esos estupendos primeros instantes descubrimos rápidamente que no había motivo para tanta expectación ante el inminente estreno de una serie que se desinfla velozmente y que no nos ofrece nada nuevo.
Una enorme nave nodriza inmóvil sobre la ciudad (como en Distrito 9 y V), un grupo de humanos que organizan una resistencia contra los invasores (como en V), extraterrestres con aspecto de bichos (como en distrito 9) prácticamente invulnerables a los que solo se puede matar disparándoles a la cabeza (como a los terminator), personajes planos y, como no, el sempiterno mensaje de la importancia de mantener unida a la familia tradicional.
En cuanto a la estructura de los capítulos tampoco encontramos nada nuevo. Un combate contra los extraterrestres para abrir el episodio, generalmente una aventurilla autoconclusiva, y otro para cerrarlo acompañado de algún mensaje de esperanza con el que afrontar el inicio de una nueva aventurilla.
Falling Skies es, en resumen, una serie más bien anodina que apenas ofrece nada, que muestra todavía menos de lo que ofrece y en la que la única sorpresa la encontramos al ver en ella como niños de 13 años son capaces de manejar armamento militar sin caerse de culo.
Vamos, una serie veraniega en consonancia con lo que suele encontrarse también ocupando la cartelera cinematográfica en cuanto llegan estas fechas.

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lunes, 27 de junio de 2011

Sucker Punch. Pastiche sin talento.


Una joven, recien ingresada en un psiquiátrico tras haber matado accidentalmente a su hermana al intentar protegerla de los abusos de su padrastro, aguarda a que se le practique una lobotomía.
Durante la espera creará en su mente una realidad alternativa, un mundo ilusorio en el que podría escapar a su destino y ser libre. Para ello deberá obtener cuatro objetos: un mapa, un mechero, un cuchillo y una llave.
Este es el argumento que Zack Snyder nos presenta en Sucker Punch, su última película y la primera rodada sobre un guión original suyo.
La primera impresión, tras leer la sinopsis, es la de que ésta bien podríamos encontrárnosla en la parte trasera de la carátula de un videojuego.
Una vez vista la película uno se da cuenta de que, en ocasiones, las primeras impresiones son acertadas. El director de esa genial adaptación cinematográfica que es Watchmen ha rodado un videojuego, ambientado en los años 50, en el que una chica increiblemente dotada para el combate cuerpo a cuerpo, tendrá que superar varias misiones en las que se enfrentará con toda una legión de enemigos y cuyo objetivo será la de reunir una serie de objetos que le permitan recobrar su libertad y destruir al más peligroso de los villanos.
En un principio rodar un videojuego no tiene porque tener nada de malo. No todo tiene porqué ser cine intelectual ni todas las historias tienen porqué ser densas historias cargadas de múltiples significados en las que se debaten complejos personajes de gran carga psicológica. El cine es, ante todo, entretenimiento y diversión. Una válvula de escape que nos permite liberarnos de la presión y evadirnos del mundo real.
El problema lo encontramos cuando una película no acaba por darnos lo que nos ofrecía. Cuando, tras acabar las dos horas de proyección, nos encontramos con un montón de promesas incumplidas.
Sucker Punch está diseñada como un thiller erótico-psicológico de acción en el que, al menos sobre el papel, la diversión está asegurada.
Pues bien, lo que nos encontramos es una ruidosa película tan erótica y sexi como una producción de Walt Disney en la que las secuencias de acción resultan aburridas y repetitivas y donde la trama psicológica acaba siendo ridícula por demencial. Y es que, a no ser que seas un adolescente pajillero, el erotismo es algo más que limitarse a vestir a una guapa jovencita de colegiala y peinarla con unas coletas. Además, y para no pasarnos la película mirando el reloj de reojo, la acción requiere de algo más que de interminables combates en los que los contrincantes atacan siempre de uno en uno. Y, para dejarlo claro ya de una vez por todas, el hecho de que una trama transcurra en un mundo ilusorio creado en el interior de la mente de la protagonista no significa que todo esté permitido. 
Eso si, Zack Snyder rueda manteniéndose completamente fiel a su universo visual, tal y como hiciera en 300 y Watchmen, y sin ocultar en ningún momento su devoción por los comics y videojuegos.
Sucker Punch acaba por ser un claro ejemplo de como resulta un pastiche cuando éste es rodado por un director que, a pesar de su probado talento en el campo visual, no alcanza ni de lejos el talento de Tarantino para la fabricación de pastiches.
Pero no os preocupeis, todavía habrá alguien a quién Sucker Punch le parecerá una obra maestra que va a marcar un antes y un después en la forma de concebir el cine.

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sábado, 25 de junio de 2011

Adios, Colombo.


Ayer falleció, a sus 83 años, Peter Falk. Quién encarnara de forma magistral para la pequeña pantalla a Colombo, aquél detective de aspecto desaliñado y que, enfundado en una gastada gabardina y con un eterno puro entre sus dedos, no dejaba crimen sin resolver.
Pero con su desaparición no solo se despide un gran personaje sino que también lo hace uno de los grandes secundarios del cine independiente americano que cosechara grandes interpretaciones de la mano de John Cassavetes y Wim Wenders.
Adios a otro grande.

martes, 19 de abril de 2011

En un mundo mejor. La espiral de la violencia.

Hace ya tiempo que la danesa Susanne Bier decidiera volver a firmar sus obras y a aposentar su cámara sobre un trípode para, de ésta manera, certificar su total abandono del movimiento Dogma´95 que ella misma iniciara junto a Lars Von Trier y Thomas Vinterberg. De hecho, la directora abrazó el voto de castidad del Dogma 95 en una única película, Te quiero para siempre (2002), y, después de ese trabajo comenzó a recuperar para sus realizaciones todo aquello que era catalogado como accesorio en el manifiesto Dogma 95. Primero parcialmente en su interesantísima, y ya comentada por estos lares, Brodre (2004) y ya completamente en Cosas que Perdimos en el fuego, su aventura Hollywoodiense del 2007. Es a través de estas producciones que vemos como, de forma definitiva, Susanne Bier se ha convertido en una tránsfuga que acaba por abrazar precisamente aquello que demonizaba el decálogo que ella misma había firmado: el cine de género.
El drama es el género elegido por la directora Danesa. Un drama que maneja perfectamente y en el que acostumbra a hablarnos de temas que, en manos de otros directores, podría caer en el melodrama cargado de moralina. Algo que Susanne Bier es capaz de evitar con un tratamiento lo suficientemente frio como para, sin resultar insensible, que las cuestiones que plantea primen sobre las respuestas que ofrece, si es que las hay.
Los temas tratados por la realizadora en esta ocasión son, al menos en parte, temas comunes al mas reciente cine nórdico: La respuesta de la infancia/adolescencia frente a la ausencia de alguno de los progenitores; El comportamiento del niño proveniente de un hogar desestructurado cuando toma conciencia de la violencia imperante en el mundo que le rodea; La incapacidad del progenitor para, liberándose de la carga de culpa,  el resentimiento o el sentimiento de soledad, ser capaz comunicarse con su hijo o hijos. Todos estos temas, que viéramos en películas tan dispares como Fucking Amal (Lukas Moodysson, 1998), Lilya-4-ever (Lukas Moodysson, 2002) o Déjame entrar (Tomas Alfredson, 2008) están presentes en En un mundo mejor.
Con su última película, que fue galardonada en 2010 con el Oscar a la mejor película de habla no inglesa, la realizadora es capaz de plantearnos otras cuestiónes a través, sobre todo, del personaje de ese médico idealista entregado a labores humanitarias en el continente africano ¿pueden sobrevivir ciertas convicciones al choque con la realidad y con la violencia que habita en ella?¿se pueden transmitir ciertos ideales a unos hijos que, ya en el fin de su infancia, reciben a diario muestras de esa violencia?
Son estas cuestiones que Susanne Bier plantea unas veces con mejor y otras con peor acierto. Ahi reside el talón de aquiles de esta película. Mientras la historia funciona muy bien cuando se mueve dentro del ambiente familiar y adquiere un tono mas intimista (en este sentido resulta ejemplar la resolución de la escena de la visita del médico, acompañado por los niños, al lugar de trabajo del energúmeno que lo agrediera en el parque en presencia de éstos) pierde muchos enteros cuando se traslada a tierras africanas a fin de darle un carácter globalizador a las cuestiones planteadas. La parte de la historia que se desarrolla en África no acaba de estar bien integrada en el conjunto y resulta un tanto forzada, si bien sortea de forma sobresaliente los riesgos de resultar excesivamente melodramática.
Susanne Bier nos brinda, pues, un más que interesante trabajo con convincentes interpretaciones y muy hermosa fotografía en el que la principal preocupación reside en la forma en que se nos plantean ciertas preguntas más que en brindarnos respuestas.
Una película que invita a sentarse a hablar.

Para ver el trailer pinchad aquí.

jueves, 14 de abril de 2011

Treme. Reconstruyendo a ritmo de Jazz.


Actualmente estoy viendo Treme, serie producida por HBO y creada por David Simon, también responsable de The Wire, la mejor serie de todos los tiempos.
Treme es un famoso barrio de Nueva Orleans, cuna del Jazz y lugar de nacimiento y residencia de algunos de sus más famosos músicos, de la misma forma que es lugar de peregrinación para músicos y amantes del Jazz de todas partes del mundo.
La serie se centra en la reconstrucción del barrio y de las vidas de sus habitantes tras las inundaciones causadas por el huracán Katrina.
Treme nos muestra algo nunca  antes hecho ni en cine ni en televisión.  Y lo hace apoyada en un gran guión, estupendas interpretaciones y rezumando Jazz por sus cuatro costados.
Una serie que no debeis perderos si sois amantes del buen cine y que disfrutareis doblemente si sois amantes del Jazz.


No os perdais esta intro de la serie, pinchad aquí.

lunes, 11 de abril de 2011

El Último Verano ¿El último Jacques Rivette?

Anoche tuve ocasión de ver la última realización de Jacques Rivette, quien fuera jefe de redacción de la revista Cahiers Du Cinemá desde 1963 y uno de los principales fundadores e impulsores de la Nouvelle Vague junto a Jean-Luc Godard, Eric Rohmer y Claude Chabrol.


LA IMPORTANCIA DE LOS TÍTULOS.
El título con el que llega a nuestras salas Valencianas (solamente en los cines Babel y con un retraso de dos años desde que fuera presentada en el Festival de Venecia en 2009), El Último Verano, hace referencia a lo que podría ser la última gira de un pequeño circo ambulante antes de su disolución, gira durante la que se desarrolla la trama. Es éste un título que, resultando comercial en exceso, tiene bien poco que ver con el original 36 vues du Pic Saint-Loup (36 vistas del pico Saint-Loup). La nula similitud entre ambos títulos me llevó a investigar acerca del Pico Saint-Loup para buscar su relación con la película e intentar averiguar las razones de su director para elegirlo, cosa que evidentemente no puede ser casual.
Gracias a internet la investigación no lleva demasiado tiempo y me permite averiguar que Pic Saint-Loup es el nombre de una montaña de la región francesa del Languedoc sobre la que existe una bonita leyenda medieval.
La leyenda relata como tres hermanos llamados Clair, Guiral y Loup, campesinos habitantes de esta región, se enamoraron de la hermosa Bertrade, la hija del rey. Antes de que la princesa pudiese elegir a uno de los pretendientes éstos tuvieron que partir a las cruzadas y, a su regreso, años después, descubren que la princesa a muerto.
Abrumados por la tristeza los tres hermanos deciden dedicar toda su vida al duelo por la muerte de su amada y, convirtiéndose en hermitaños, se instalan cada uno de ellos en lo alto de un monte de la región. Cada uno de ellos encendió una hoguera en lo alto de su monte y las hogueras iluminaron la noche durante años consumiéndose muy lentamente.
La hoguera de Loup, alimentada por la melancolía y el persistente recuerdo de su amada fue la última en consumirse completamente. Desde ese día el monte pasó a ser conocido como el Pic Saint-Loup.
Jacques Rivette decide llevar el rodaje y hacer transcurrir su película a los pies de ese monte no por casualidad, sino porque la historía relatada en la película es la historia, plagada de melancolia, de una princesa atrapada en el duelo en el que ha sumido su vida desde la muerte de su amado quince años atrás.
El título español no solo es en exceso comercial sino que resulta engañoso puesto que el tema del film no es una visión nostálgica hacia una forma de vida, la del circo ambulante de provincias, en vias de extinción sino como la melancolía y el peso de un secreto puede transformar la vida en un duelo permanente del que uno debe ser rescatado.

RIVETTE Y LA MELANCOLÍA.
La melancolía proveniente de un secreto guardado es el tema habitual de la práctica totalidad del cine de Rivette quién acostumbra a emplear la totalidad del metraje y puesta en escena para resaltar, de forma compleja, la existencia de dicho secreto. Secreto que, en ocasiones, no será desvelado siendo así el proceso de busqueda del mísmo en el tiempo y el placer que esta búsqueda provoca en el espectador el principal motor de sus realizaciones.
En esta ocasión su particular forma de rodaje, muy próxima a la representación teatral, en la que muestra una vez mas su maestria en la puesta en escena y en la que los largos planos fijos, juegos de iluminación  e improvisaciones en las que los actores rompen con la tradicional narración cinematográfica para dirigirse directamente a la cámara, ya no se pone tanto al servicio de dilatar la búsqueda de los motivos que mantienen a la protagonista prisionera de un duelo que dura ya quince años y del que es incapaz de liberarse por si sola. En esta ocasión el director francés pone todo su estilo, al que permanece fiel, al servicio de una rápida búsqueda de la solución. Una rápida catarsis que libere a la princesa.

TESTAMENTO CINEMATOGRÁFICO.
Tras el visionado de este último trabajo de Rivette uno tiene la sensación de que habría que enfatizar la palabra último puesto que este último trabajo tiene, por varios motivos, el sabor de un testamento cinematográfico.
Jacques Rivette, cineasta de 83 años y de delicado estado de salud, vuelve, en esta película, cerca del escenario en el que rodara en 1991 La Bella Mentirosa y lo hace contando con Jane Birkin, con quién ya trabajara en aquella película, y con Sergio Castellitto, con el que también trabajó en Vete a Saber en el 2001, ambos confesos admiradores del director galo. Y vuelve para mostrarnos a una protagonista que, según las palabras de su propio padre, está muerta para el circo. Tenemos, pues, un personaje muerto que se mueve en un espectáculo moribundo basado en el absurdo número de unos payasos sin gracia que actuan frente a un escaso público que bien podría estar compuesto de maniquies o muñecos de cera. Un escenario el de la película en el que lo real y lo fantasmagórico se entremezclan y en el que todo augura una despedida, incluso la escasa duración de la película para lo que este director nos tiene acostumbrados o ese estupendo comienzo en el que se homenajea al primigenio cine mudo.
Confio en equivocarme y que Rivette, al igual que hiciera Bergman, todavía nos brinde alguna que otra película testamentaria más.

Para ver el trailer pinchad aquí.

domingo, 10 de abril de 2011

Mucho Ruido y Pocas Nueces. Edición Blu-Ray.


El pasado 6 de Abril la Fox puso a la venta la edición en Blu-Ray de Mucho Ruido y Pocas Nueces, una de las mejores películas de Kenneth Branagh junto a Morir Todavía y Enrique V.
La edición ha salido a la venta al inmejorable precio de 8,95 € y se presenta con un documental sobre el rodaje de la misma.
La mayor sorpresa la encontramos en el apartado del audio, ya que lo que en la carátula viene reseñado como audio castellano en realidad no es tal, sino que se trata de español latino, siendo inexistente el doblaje al castellano. Esto no supone ningún problema a los que, como yo, preferimos ver las películas en su idioma original, pero considero que, por respeto a los consumidores, es esta una circunstancia que debería ser avisada, se trate de un error en la edición o no, al comprador.

sábado, 9 de abril de 2011

Adiós a otro de los grandes. Fallece Sidney Lumet.


Hoy ha fallecido otro de los grandes clásicos del cine norteamericano y uno de mis directores favoritos: Sidney Lumet.
Especializado en cine negro, deja tras él títulos imprescindibles como 12 Hombres sin piedad, Sérpico y, más recientemente, una obra maestra titulada Antes que el Diablo sepa que has muerto.
Adiós, maestro, descansa en paz.

martes, 5 de abril de 2011

Primer trailer completo de Juego de Tronos. Esto promete.



Ya podemos disfrutar con el primer trailer completo de Juego de Tronos, la nueva y ambiciosa serie producida por HBO basada en la saga de novelas de George R. R. Martin y que ya ha sido descrita en algunos foros como "Los Soprano medievales".
La serie se estrena en Estados Unidos el próximo 17 de Abril, de manera que no tendremos que esperar demasiado para comprobar si, por fín, tenemos una serie que llene el inmenso vacio que dejaron las desapariciones de Los Soprano y The Wire.
Tras este espectacular trailer ardo ya en deseos de ver el primer capítulo.

Aviso: Para ver los subtítulos en el trailer pulsad el botón CC.

martes, 29 de marzo de 2011

Todo lo que tú Quieras. Un corto largo.

Todo lo que tú quieras es la última película de Achero Mañas tras ocho años de silencio en la que asistimos al relato de cómo Leo, un abogado conservador volcado en su trabajo, se ve obligado a afrontar el cuidado de su hija de seis años tras la repentina pérdida de su mujer.
Ante semejante argumento uno esperaría encontrarse ante la típica película lacrimógena de sobremesa de Domingo ¿o quizá debería decir ante la típica película lacrimógena de sobremesa de Domingo en Antena 3?...Lo cierto es que no importa; aplicar esta etiqueta a Todo lo que tu quieras resultaría de lo más equivocado.
El último trabajo del siempre interesante director español es una propuesta que parte de una idea original y arriesgada.
Si bien es cierto que, al final, nos encontramos ante el retrato del proceso por el cual el personaje va madurando para convertirse en una mejor persona -tema tantas y tantas veces llevado a la gran pantalla- Achero Mañas nos invita a observar dicho retrato a través de un prisma diferente desde el momento que el director decide reflejar el proceso de transformación psicológica al que se ve sometido el protagonista en forma de transformación física cuando éste decide travestirse para adoptar el rol de su esposa fallecida. Decisión que en manos de otro director podría haber acabado por resultar patéticamente cómica, ridícula me atrevería a decir, y que, por el contrario, el señor Mañas nos presenta de manera que parece la más natural. En ese aspecto la película resulta ejemplar.
Lamentablemente la película también resulta ejemplar en otros aspectos. Y digo esto porque, desgraciadamente, este trabajo es el ejemplo perfecto de que una película requiere algo más que una buena idea o un planteamiento interesante.
Toda película, a no ser que no aspire a ser algo más que un ligero esbozo, requiere de un guión bien desarrollado, bien trabajado y madurado. Un guión que nos permita comprender las motivaciones de sus personajes y sentir lo que estos sienten. En este aspecto el guión de Todo lo que tú quieras no puede decirse que resulte ejemplar.
En esta película no acabamos de entender la motivación de Leo, un personaje que se libera con demasiada facilidad de sus prejuicios para tomar tan drástica decisión y tampoco acabamos de sentir el sufrimiento de la niña por la pérdida de la figura materna, cosa que ayudaría en gran medida a comprender la motivación del personaje del padre. Tampoco se decide a profundizar en abordar una situación de lo más actual y que no es otra que el progresivo intercambio de papeles entre hombre y mujer en  la familia y en la sociedad. El guión, escrito por el propio Mañas, carece de la profundidad y madurez necesarias para contar con estos elementos y, sin embargo, no faltan en él situaciones tan tópicas como son la paliza propinada por el consabido grupo de jóvenes homófobos, los suegros ultraconservadores con asistenta sudamericana incluida y el avejentado transformista amargado por la edad y el desprecio de su hijo.
En resumen, y como consideración final, diria que Todo lo que tu quieras es una película con una propuesta interesante, que se ve con agrado, pero que, a causa de un guión al que no se le ha permitido desarrollarse en profundidad, quizá habría funcionado mejor en formato de cortometraje.

Para ver el trailer pinchad aquí.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Adiós a uno de los grandes mitos del cine.


- Y,...¿a qué puede aspirar una gata sobre un tejado de zinc caliente?
- Supongo que a aguantar sobre él tanto como le sea posible.

...y eso fué lo que hizo Liz Taylor,...aguantar. Aguantó durante años sobre ese tejado de zinc caliente en el que se había convertido su vida a causa de la larga enfermedad que, finalmente, ha teminado por llevársela.
Con Elizabeth Taylor muere una de las grandes estrellas de Hollywood, del Hollywood de los grandes estudios. Pero tras su muerte, y como ocurre con todas las estrellas, su luz no se apagará. Nos seguirá llegando todavía gracias a inolvidables interpretaciones que deja tras de sí.
Hasta siempre, Liz.

domingo, 20 de marzo de 2011

Downton Abbey. Apuntando a obra maestra.



Creo haber comentado ya en alguna otra ocasión que, de un tiempo a esta parte, el mejor cine se nos sirve en formato de serie televisiva.
Estos comentarios venían generalmente referidos a la gran calidad de series que nos llegan de Estados Unidos y, por lo general, de la mano de HBO. Series que superan abrumadoramente en calidad a la mayoría de producciones Hollywoodienses.
Escribo hoy estas líneas ante la reciente llegada a nuestros hogares de una serie de gran calidad nacida, en esta ocasión, en la pérfida alvión. Se trata de Downton Abbey.
Downton Abbey arranca en 1912 con el anuncio de un acontecimiento histórico que, además de conmocionar a todo el mundo, tiene unas consecuencias particularmente trágicas para la forma de vida de una familia perteneciente a la aristocracia británica. Este suceso y sus consecuencias son el punto de partida de un hilo argumental que nos permitirá acercarnos a múltiples tramas que nos van mostrando la vida en dos mundos diametralmente opuestos pero que, sin embargo, dependen para su supervivencia el uno del otro: el mundo de la aristocracia y el mundo de sus sirvientes.
Downton Abbey es un inmenso fresco por el que se mueven, al menos en sus dos primeros capítulos, cerca de una veintena de personajes; personajes que, gracias a unos fantásticos guiones, conocemos ya perfectamente en apenas veinte minutos. Un estupendo retrato, maravillosamente ambientado e interpretado, de una época y una forma de vida que, a pesar de su naturaleza clásica, se nos plasma con una narrativa muy moderna.
Dowton Abbey es, en suma, una serie que, recogiendo el testigo de la popular Arriba y Abajo de los años setenta (serie a la que, para mi, ya ha superado en calidad solo en los dos capítulos que llevo vistos) apunta maneras de obra maestra y se va a convertir, a buen seguro, en una de las series del año.

La Chica del Tren. ¿Circunstancias y consecuencias?


Han tenido que pasar tres años desde la estupenda Los Testigos para que podamos ver una nueva película de André Techiné.
En esta ocasión el cineasta francés rueda su propio guión. Un guión que escribe basándose en la obra teatral RER de Jean-Marie Besset que, a su vez, está basada en un suceso real que conmocionó a la sociedad francesa en 2004.
El suceso no es otro que la denuncia, por parte de una joven de 23 años, de una falsa agresión de carácter antisemita perpetrada por un grupo de africanos en un tren de cercanías. Una denuncia que, tanto los medios de comunicación como la clase política, se apresuraron a creer y magnificar, que movilizó a toda la policía francesa y que puso en entredicho el modelo francés de sociedad multicultural.
Techiné organiza su película a modo de díptico, dividiéndola en dos capítulos a los que, nada sutilmente, titula respectivamente Las Circunstancias y Las Consecuencias. No hay, pues, sorpresas con respecto a lo que vamos a encontrar en el contenido de los mismos.
La intención del realizador al escribir y rodar ésta su vigésima primera película no es, como muestran ambos títulos, juzgar a la joven sino más bien mostrar las circunstancias que la llevan a mentir y las consecuencias de esa mentira.
De esta manera el realizador francés tomará nuestra mano y, uniéndola a la de la joven protagonista, nos permitirá acompañarla en sus  largos paseos sobre patines y en sus constantes idas y venidas a bordo del tren de cercanías en busca de un empleo.
En ese escenario, acompañados de una banda sonora que alterna la música que la protagonista escucha a través de sus auriculares con el incesante ruido que causa en paso de los trenes a toda velocidad (imagen empleada por el director a modo de metáfora acerca de la vertiginosa velocidad con la que el tiempo transcurre), seremos testigos de la vida de la joven. Conoceremos su relación con la madre, una fria y contenida Catherine Deneuve, con la que comparte casa y asistiremos a su progresivo enamoramiento de un extraño joven, deportista de élite de un deporte minoritario y aficionado, como ella, a patinar.
La película está muy bien rodada, con sutileza y oficio, pero encontramos en ella que también la sutileza se convierte en su mayor defecto. Hablo, en este caso, de la sutileza en el tratamiento de los personajes.
Techiné pone tanto ahinco en no juzgar, despliega tanta energía en evitar dirigir nuestra opinión acerca de su protagonista, que acabamos por no comprender el motivo que la empuja a mentir de la forma en que lo hace. Yo, al menos, no he sido capaz de hacerlo.
Hablando de sutileza se hace obligatorio hablar también del otro aspecto de la película que queda relegado a meros apuntes: La crítica a unos médios de comunicación que, hambrientos que grandes titulares, muestran gran predisposición a creer, dar eco y acrecentar en la medida de lo posible una historia tan endeble, una mentira tan evidente, que ni un niño había sido capaz de tragársela, así como las graves consecuencias que tiene una mentira así sobre la confianza del ciudadano en la estabilidad de una sociedad multicultural. Aspectos estos que quedan relegados a breves comentarios en conversaciones mantenidas en el hogar del abogado judío.
La Chica del Tren, última película de André Techiné hasta la fecha (actualmente se haya inmerso en plena post-producción de Impardonnables, su próximo trabajo) es, pues, una propuesta interesante a nivel formal aunque perjudicada por un endeble guión en el que un ineficaz tratamiento de los personajes así como un prácticamente inexistente desarrollo de las tramas secundarias hacen que nos quedemos con la sensación de que lo que podría haber sido resulta más interesante que lo que acabamos de ver.

Para ver el trailer, pinchad aquí.