domingo, 23 de septiembre de 2012

Prometheus. La traición del creador.


Tras el fracaso comercial de Los Duelistas, su primera película, Ridley Scott se pone tras la cámara nuevamente en 1979 para rodar una película de encargo para la Fox: Alien, el octavo pasajero.
A pesar de tratarse de una película de encargo, el realizador británico abordó el proyecto como suyo propio y merced a un impecable diseño de producción (algo que se convertirá en marca de la casa) en  el que imperan la atmósfera claustrofóbica, la luz sucia y unos personajes bien desarrollados cuyas tensiones nos son transmitidas desde la pantalla y sobre los que destaca la apabullante personalidad de la teniente Ripley (Sigourney Weaver) dió como resultado final una obra maestra. Un film que hacía mirar hacia Kubrik y que bajo el subtítulo "en el espacio nadie podrá escuchar tus gritos" acabó por convertirse en una película de culto para toda una generación.
Si puede hablarse de Alien como una creación, y yo considero que si, entonces Ridley Scott es su creador.
A raíz del inesperado éxito de Alien, los estudios decidieron  convertir la creación de Scott en una franquicia y se rodaron tres películas más ( Aliens: el regreso, Alien 3Alien resurrección) bajo la batuta de otros tantos directores (James Cameron, David Fincher y Jean-Pierre Jeunet respectivamente) que se limitaron a repetir fórmulas y adaptar la atmósfera a sus respectivos universos consiguiendo mancillar la creación de Scott hasta dejarla convertida en una criatura sin personalidad. Criatura sería más violentada todavía al cruzarla con Depredador, otra creación de los 80, con la insana intención de dar a luz una nueva saga: Aliens vs Predator.
Ahora parece ser que Ridley Scott, el creador, ha decidido recobrar la autoría sobre la que fue su creación y, en 2012, acaba de estrenar Prometheus; la primera película de lo que, probablemente, sea una trilogía-precuela de Alien y en la que el punto de partida es, curiosamente,  una misión espacial terrícola a la busqueda de los creadores de la vida en la Tierra.
Haciendo honor al título, la película promete.
Una primera secuencia impactante, una premisa sugerente y cargada de connotaciones filosóficas, un espectacular diseño de producción y un sensacional (sobre el papel) reparto invitan a soñar con el retorno del primer Ridley Scott, aquel que nos deslumbró con Alien y Blade Runner. El sueño se desvanece pronto.
Con Prometheus pronto nos damos cuenta que Ridley no va a volver y, lo que es peor, que en esta ocasión es el propio creador el que mancilla su creación. Prometheus, como si de un político se tratase, se limita a prometer para, finalmente, no dar nada de lo que prometía. En Prometheus no hay respuestas, solo nuevas preguntas. No hay tensión. No hay desarrollo de personajes y la interacción entre ellos es tan aséptica como la atmósfera que envuelve la historia. Todo es demasiado limpio y suena a impostura.
Prometheus, sin llegar a ser una mala película, es una gran decepción y, sobre todo, una gran traición. Han desaparecido lo extraño, lo sucio, la paranoia, lo aterrador y todo se ha vuelto falso, limpio, arquetípico e incapaz siquiera de inquietar.
 
Para ver el trailer pinchad aquí.