martes, 2 de julio de 2013

Iron man 3. Una película de Tony Stark.

 Hace ya unos años que, tras salir con un enfado monumental de una sala de cine de Valencia en la que se acababa de proyectar Avatar, decidí dar vida a este blog.
La intención era, aunando mi afición a la escritura con mi pasión por el cine, la de crear un espacio personal en el que pudiese dejar constancia de mis impresiones sobre algunas de las películas que veía.
Tras dedicar unas líneas a ese engendro que es Avatar, siempre he procurado enfocar este mi rincón a ese cine que me ha fascinado especialmente desde temprana edad; un cine más alejado de los círculos comerciales y que, incluso en ocasiones, no llega a estrenarse en las salas de nuestro país. Un cine alejado de estridencias sonoras, diálogos vacíos y sin historia. Un cine en el que parece no estar sucediendo nada pero que se queda en nuestra mente para siempre. Un cine en el que se escriben con mayúsculas nombres como Kaurismaki, Lynch, Haneke, Vintenberg, Trier,  Oliveira, Assayas, Audiard, Ozon,...   
Pero eso no significa que un servidor solo sea espectador de ese tipo de películas, no. En ocasiones el que suscribe siente la necesidad de sentarse frente a una pantalla y prestarse a una purga mental que, durante un par de horas al menos, me libere de cualquier actividad neuronal. Es entonces cuando echo mano del cine-espectáculo; del más puro blockbuster; del cine de ver y olvidar; del cine sobre el que luego no escribo. Y no es que me avergüence de verlo, no, es que no deja en mí ni el más mínimo poso que luego me permita desarrollar unas líneas.
Con ese fin me puse a ver un Domingo Iron man 3, sobre todo tras los resultados de Iron man 2. La diferencia frente a ésta y otras películas de entretenimiento es que, en esta ocasión, he decidido sentarme ha escribir sobre ella. Y hay motivos para ello porque Iron man 3 no es, ni por asomo, la peor película de la saga con diferencia como he escuchado en varias ocasiones antes y después de verla.
La tercera entrega de la saga del metálico Marvelita es, por éste orden, una notable película, una gran diversión y un sobresaliente acercamiento a un personaje perfectamente amalgamado con el actor que le da vida. Y es que la película Iron man 3 es una película de Tony Stark y Tony Stark es Robert Downey Jr. Y ninguno de ellos tiene sentido sin el otro.
Lo que hace Shane Black para revitalizar una saga que, tras su segunda entrega, daba claras muestras de agotamiento es más que meritorio.
Black convierte un blockbuster en una película de personajes en la que los diálogos tienen más protagonismo que las secuencias de acción. Transforma al super-heroe en un mero vehículo, prácticamente una caricaura, para dedicarse al desarrollo de su cínico creador. Se atreve a ridiculizar la amenaza terrorista creando una parodia de Bin Laden mientras da profundidad a la historia con claras referencias al mito de Frankenstein reconocibles en el proceso de recomposición del cuerpo presente a lo largo de todo el metraje.
¿Decepcionante?¿la peor de las tres?¿mala?...para nada.
Esta última entrega sobre las aventuras del líder de Los Vengadores (película que, dicho sea de paso, tiene un protagonismo muy marcado en la trama de ésta que nos ocupa) no es lo que parece. Es notable, es inteligente y es una muy muy seria diversión.
 
 
Para ver el tráiler pinchad aquí.