domingo, 26 de febrero de 2012

La invención de Hugo. Tributo de un cinéfilo.

Plano aéreo de la ciudad de París.
Dándonos una visión subjetiva, la cámara desciende desde el cielo y se introduce en la estación de tren de Montparnasse para, emulando a Dzyga Vertov, atravesarla abriéndose paso entre la multitud a lo largo de los andenes y terminar en un pequeño hueco del reloj de la terminal desde el que un pequeño huerfano, Hugo Cabrét, observa todo el movimiento que bulle en la estación.
Este vertiginoso arranque, en forma de virtuoso plano-secuencia, conforma el inicio del último trabajo de Martin Scorsese. Inicio que, por otra parte, constituye toda una declaración de intenciones puesto que, esta película, La Invención de Hugo, no es sino un tributo al cine y a aquellos pioneros que, como Georges Méliés, fueron capaces, con su trabajo, de hacer soñar al público.
La invención de Hugo es una película que nada tiene que ver con ninguna de las anteriores películas de Scorsese. El mismo que nos sumergiera en la violencia en Taxi DriverUno de los nuestros nos presenta ahora un trabajo para todos los públicos y rodado directamente en 3D. Sin embargo no es un trabajo para nada discordante en este director puesto que Martin Scorsese, ése que salpicara de sangre a los que asistian en primera fila a los combates de Jake La Motta, es el mismo Martin Scorsese que, a través de su World Cinema Foundation, lucha por la preservación del patrimonio cinematográfico y el mismo Martin Scorsese que ofrece todo su amor por el cine en A Personal Journey Whit Martin Scorsese Through American Movies (1995), una fascinante masterclass através de la historia del cine americano y , Il mio viaggio in Italia (1999), un apasionado y apasionante recorrido por el cine italiano.
La invención de Hugo sería, por tanto, un paso natural en la faceta "recuperadora" de este cineasta. Y es que de eso es de lo que realmente trata esta película, de rescatar al cine (representado por ese autómata que debe ser reparado y devuelto a la vida mediante una llave en forma de corazón) de las garras del tiempo, el verdadero villano de esta historia, que tan mal lo trata ("el tiempo ha tratado muy mal a las películas", expresa uno de los personajes del film) de la misma manera que los niños rescatan a un olvidado Georges Méliès y redescubrir el arte del cinematógrafo al público haciéndole volver la vista hacia sus orígenes e invitándoles a soñar nuevamente.
El viaje al que Scorsese nos invita en esta película no es el viaje a la Luna de Méliès pero si un viaje en el tiempo. Un viaje atras en el tiempo hasta los orígenes de un cine que el propio tiempo amenaza con destruir. Una aventura de descubrimiento que queda sintetizada en la que es, para mi, la escena mas hermosa de la película: el momento en que la ahijada de Papá Méliès descubre el cine al colarse en una sala en la que se está proyectando El Hombre Mosca, protagonizada por Harold Lloyd. Algo que consiguió retrotraerme hasta el momento en que yo mismo descubrí el arte del cine en una proyección de 2001, Odisea Espacial
Muchas otras referencias al cine silente pueblan la película. Desde ese autómata que recuerda al robot de Metrópolis hasta los intentos de aproximación de un hombre gordo, cuya ternura recuerda a Jacques Tati, hacia la mujer que hornea Croissants pasando por la proyección de las primeras imágenes que rodaran los hermanos Lumiere y que conseguian aterrorizar a los espectadores que, teniendo aun en la memoria el reciente accidente en el que un tren atravesó por completo la estación de Montparnasse (accidente que, en forma de pesadilla, Scorsese reproduce en la película), pensaban que la locomotora saldría de la pantalla arrollándolos.
En resumidas cuentas, La invención de Hugo, es una carta de amor al cine escrita por un gran cinéfilo. Un mensaje que, como el dibujo realizado por el autómata de la película, nos llega desde el pasado. Una película para descubrir el cine. Una invitación a soñar.

Esta noche se entregan los Oscar. Buena suerte, Martin.

Para ver el trailer, pinchad aquí.

domingo, 12 de febrero de 2012

Perros de Paja (Rod Lurie, 2011). Hasta para copiar se necesita talento.

En 1971 Sam Peckinpah dirige Perros de paja, un crudo estudio sobre la violencia del ser humano que, aún sin ser una de las mejores obras del director estadounidense, se cuenta dentro de la lista de mis películas favoritas.
Perros de paja comienza con la llegada del recientemente constituido matrimonio Sumner al pequeno pueblo británico en el que la joven esposa se crió.
Él, David Sumner (Dustin Hoffman) es un físico que tiene que terminar un trabajo urgentemente. Es un tipo tímido y apocado que evita los problemas y huye de todo tipo de enfrentamiento sintiéndose cómodo únicamente cuando se encuentra en la  compañia de sus fórmulas y números ya que el comportamiento de éstos es siempre racional y previsible.
Ella, Amy Sumner (Susan George) es una atractiva y sensual joven, inquieta y caprichosa, que se aburre cuando no se le está prestando continua atención.
La violencia latente en algunos de los habitantes del lugar, acrecentada por el provocativo comportamiento de la caprichosa recien casada, termina por explotar tras el grave suceso acontecido a una muchacha del lugar y David se ve abocado a una situación en la que reacciona desplegando una violencia y agresividad que ni él era consciente de albergar en su interior.
Ahora, en el recientemente finalizado 2011, otro estadounidense, Rod Lurie, haciéndo gala una vez más de la falta de ideas de que adolece la industria cinematográfica americana, estrena un remake de esta película manteniendo el mismo título, conservando básicamente la misma historia, que adereza con algún detalle que la acerca más a nuestros días (el protagonista dispone de teléfono móvil aunque, de todo el lugar, al parecer, es la única persona que tiene uno y nunca dispone de cobertura), y desplazando el escenario al profundo sur de los Estados Unidos (volviendo, una vez más, al tópico exprimido hasta la saciedad de que en los pueblos del sur profundo de los Estados Unidos solo habitan paletos ávidos de sangre dedicados a violar y asesinar, y no necesariamente por ese orden, a cualquier forastero que se atreva a pasarse por esos andurriales).
En el remake perpetrado por Lurie no se observa ni un atisbo de la atmosfera violenta e inquietante que se respira a lo largo de toda la cinta de Peckinpah, se pretende racionalizar todo lo acontecido durante la historia (incluso se nos explica, de boca de su protagonista, el significado del título), se suavizan los hechos y se destierra de un plumazo, imagino que en aras de la corrección política, toda ambiguedad en el comportamiento de la protagonista que queda transformada en irreprochable víctima de la violencia machista.
La nueva Perros de paja es una mera sombra desdibujada, una copia de trazo grueso y sin alma elaborada para ser consumida a la misma velocidad con la que es olvidada.
Y, llegados a este punto, os planteo una cuestión: Perros de Paja (Sam Peckinpah, 1971), sin ser una obra maestra, es una película que, 40 años después, todo el mundo recuerda ¿cuanto creeis que tardaremos en olvidar Perros de Paja (Rod Lurie, 2011) aquellos que la hemos visto?

Para ver el trailer, pinchad aquí.


Un método peligroso. Razón vs Misticismo.

A lo largo de toda su filmografía las historias filmadas por David Cronenberg (La mosca, Inseparables, El Almuerzo Desnudo, Videodrome,...) siempre han tenido en alguna manera a la mente como protagonista acostumbrando a escenificar sus transtornos u obsesiones somatizándolos en forma de mutaciones del cuerpo.
Las referencias son continuas, incluso en aquellos trabajos que parecen alejarse de su trayectoria habitual, como podría ser el caso de la excelente Promesas del Este, podemos encontralas, encarnadas, en esta ocasión, en los numerosísimos tatuajes que recubren el cuerpo del personaje interpretado por Viggo Mortensen a modo de curriculum vitae de su carrera delictiva.
A la vista de una trayectoria tal puede considerarse pues un paso natural el que Cronenberg, en su último trabajo, Un Método Peligroso, haya  decidido dirigir su mirada directamente hacía la madre del cordero, el psicoanálisis, y centrarse en la relación entre la mente en la que germinó la idea (Sigmund Freud) y la que, preocupada por que tras la muerte de Freud nadie fuera a continuar su trabajo, se empeñó en dar consciencia al subconsciente (Carl Jung). Introduciendo, además, un tercer personaje (una tercera mente más bien) encargado de dinamitar las convicciones éticas y morales de Jung dejando sus propias obsesiones al descubierto.
El largometraje está basado en la obra teatral The Thalking Cure de Cristopher Hampton, guionista de Las Amistades Peligrosas y quién, a su vez, firma el guión de la película. Una película en la que Cronenberg se decide por ofrecer un rodaje cargado de contención y sobriedad, clásico y austero, para, respetando al máximo el origen teatral del que parte, desviar el protagonismo hacia unos magníficos y sugerentes diálogos cargados de inteligencia.. Algo que se ve favorecido, y a lo que contribuyen sobremanera, por las contenidas actuaciones  de Michael Fassbender, cuya interpretación consigue transmitir a la perfección su constante batalla interior entre las convicciones morales y el deseo sexual, un contenido y espectacular Viggo Mortensen en la que es, para mi, la mejor interpretación de su carrera y una Keira Knightley que, si bien se muestra sobreactuada en algun momento, consigue transmitirnos de forma ejemplar una dificil mezcla de trastorno mental y seducción bordando así un dificil papel.
La película arranca con el inicio de la relación entre Freud y Jung y su primera reunión para luego mostrarnos como, a raiz del viaje que realizaron juntos a New York, y debido al choque de las creencias religiosas y esotéricas de Jung con el implacable racionalismo de Freud, sus caminos van adquiriendo direcciones opuestas. Algo que Cronenberg muestra de forma magistral, nuevamente a través de los diálogos, en una escena en la que, tras escrucharse un crujido en una biblioteca, Jung lo interpreta como una manifestación espectral y Freud racionaliza el hecho con una explicación científica (los cambios de temperatura de la madera de las estanterias).
La película es, en resumen, un sobresaliente, contenido e inteligente  trabajo de factura clásica en la que, huyendo del sensacionalismo habitual de algunos biopics, la historia se centra en dos mentes que, aun compartiendo un objetivo común, acaban por separarse debido a diferencias irreconciliables en la manera de interpretar los hechos. Un enfrentamiento entre razón y misticismo con las obsesiones y deseo sexual como telón de fondo. Un enfrentamiento en el que Cronenberg no toma partido pero que, sin duda, dividirá a su público.

Para ver el trailer pinchad aquí.