lunes, 3 de mayo de 2010

Sherlock Holmes. Demasiado elemental, querido Ritchie.

Nunca me ha parecido que fuera correcto intentar comparar una película con la novela en la que está basada. Por esta razón nunca he tenido problema alguno, al contrario que mucha gente, en acudir a una sala de cine a ver una película basada en una novela que ya hubiera leído y me hubiese gustado mucho.
El literario y el cinematográfico son dos lenguajes diferentes y, a causa de esto, algo que literariamente funciona muy bien puede no funcionar en absoluto trasladado a la gran pantalla. Es labor de guionistas y directores el hacer una correcta traducción de un lenguaje al otro, aunque esto en ocasiones pueda suponer, que, durante el proceso, desaparezca algún personaje, aparezca algún otro que no existía en el texto original, o que solo sobreviva al fín el espíritu de la novela.
Una fiel adaptación de una novela puede dar una pésima película como en el caso de Frankenstein, de Mary Shelley (Kenneth Branagh, 1994) de la misma forma que una muy libre adaptación puede dar una gran película; tal sería el caso de Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979) basada en El Corazón de las Tinieblas (Joseph Conrad). Se hace pues necesario que uno acuda a la sala de cine libre de prejuicios, teniendo muy claro que lo que se va a ver es una película y que, por lo tanto, habrá que valorarla exclusivamente según sus méritos cinematográficos. No siempre es fácil.
Pues bien, todo esto viene a colación porque anoche vi la película Sherlock Holmes (Guy Ritchie, 2009).
Hubo una época, durante mi adolescencia (que lejano me parece ahora todo aquello), en la que, preso de una avidez insaciable, devoraba novelas. Fue entonces cuando leí las aventuras completas de Sherlock Holmes convirtiéndolo en uno de mis personajes favoritos. Esto me obligó anoche a realizar todo un esfuerzo de abstracción a la hora de acercarme objetivamente a la película de Ritchie y de valorarla como lo que es, una obra cinematográfica.
Guy Ritchie nos presenta con ésta su última película hasta la fecha una obra honesta y mas cercana al cómic de superhéroes que a las historias detectivescas. Su labor, al igual que hiciera Alan Moore en su novela gráfica La Liga de los Hombres Extraordinarios, ha consistido en tomar al famoso personaje de Arthur Conan Doyle y, manteniendo algunas de sus principales características, introducirlo en una trama de cuyo resultado depende la supervivencia del mundo que conocemos.
Holmes es, por lo tanto, un personaje de superdotadas capacidades deductivas, ingenioso, astuto y maestro del disfraz que cae en profundas depresiones en los periodos en los que no mantiene su mente ocupada en la resolución de algún misterio. Estos periodos de depresión le llevan a abusar del alcohol y a buscar peleas con tipos que lo superan físicamente. En esto se conserva el espíritu del personaje original pero, además, el Holmes de Guy Ritchie, es un hombre de acción, un ser egoísta y manipulador que utiliza todo tipo de tretas a fin de intentar boicotear la relación de su colega Watson con su prometida (en esto nos recuerda mucho a las relaciones Matthau-Lemmon en Primera Plana e, incluso, a la televisiva relación House-Wilson) y que no duda en emplear de forma cruel sus capacidades deductivas para humillar a la susodicha prometida.
La honestidad de la obra reside en que su director nos ofrece una película de acción sin intentar que sea otra cosa. No hay pretenciosidad alguna.
Los personajes, bien interpretados por Robert Downey Jr. y Jude Law, están en constante movimiento, el ritmo se mantiene muy bien durante la mayor parte del metraje, las escenas de acción están correctamente dosificadas y el ambiente sobrenatural que baña parte de la trama está muy conseguido. El estilo visual es la principal baza de la película y nos ofrece su mejor momento en la escena de la explosión que sorprende a Holmes, Watson e Irene Adler en los muelles. Todo un ejercicio de estilo y de buen hacer tanto en el empleo de la cámara como en el uso de los efectos sonoros.
En contrapartida tenemos la banalidad y previsibilidad de toda la trama, lo excesivo del metraje y lo reiterativo de algunos recursos sonoros y escenas que hacen que alcancemos el tramo final del film con cierto cansancio (me refiero, sobre todo, al repetitivo uso que el director hace del recurso de ofrecernos, en cámara lenta y escuchando el proceso deductivo de Holmes, un adelanto de lo que está a punto de suceder) y que consiguen que la película no vaya mas allá del simple aprobado.


Para ver el trailer pincha aquí.


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