viernes, 28 de mayo de 2010

Canino. Inquietante metáfora totalitaria.

El tercer largometraje del, hasta ahora desconocido en nuestro país, director griego Yorgos Lanthimos es Canino (Kynodontas en el idioma original).
Canino nos describe la situación de una familia que vive encerrada (a excepción del progenitor, unica persona que sale al exterior para trabajar y aprovisionar a su familia) e incomunicada tras los altos muros de su chalet en la montaña. La madre no sabemos como ha llegado a aceptar esa situación. Los tres hijos han nacido ya tras los muros y nunca han conocido el exterior.
Canino es una película extraña e inquietante, incómoda de ver a ratos y que resulta una estupenda metáfora que muestra los modos de actuar de los regímenes totalitarios. En este punto esta película resulta un interesante complemento a la excelente La Cinta Blanca, de Michael Haneke, comentada en este mismo blog, en la que el realizador Austríaco nos enseña el caldo de cultivo del que pueden surgir monstruos como el padre de esta historia.
El padre, un dictador sociópata de libro, ha privado a sus hijos de tener un nombre propio (solo se conocen como La Menor, La Mayor y El Hijo), ejerce una feroz censura tanto sobre los medios de comunicación (solo pueden ver en la televisión grabaciones caseras realizados por ellos mismos) como sobre el lenguaje (en la primera escena de la película escuchamos como, a través de un magnetofón los hijos reciben la lección del dia consistente en explicar que la definición de mar es "silla de piel con brazos de madera") fomentando así la ignorancia de sus gobernados que, a pesar de tener ya más de veinte años, se comportan como si fueran niños.
Para conseguir su propósito de total sumisión el padre empleará también otros mecanismos típicos de sociedades totalitarias como son el reforzar la idea de que todo lo que provenga del exterior supone una amenaza y recurrir a inesperadas explosiones de violencia que no permitirán que nos relajemos en ningún momento durante la proyección.
Lo mas inquietante de esta realización reside en una cámara que nos ofrece una visión directa de los acontecimientos (en ocasiones aoptando inusuales puntos de vista) evitando secuencias plano-contraplano y en la automatizada interpretación de unos hijos sin mente prestados a humillantes, ridículos e infantiles juegos de recompensa.
Un final completamente abierto nos dejará con sabor agridulce ya que, si bien nos enseña que forma parte del propio instinto de supervivencia del ser humano luchar contra ese tipo de situaciones, también nos sugiere que el éxito es incierto.
Para ver el trailer, pinchad aquí.

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