lunes, 19 de abril de 2010

Las Viudas de los Jueves. Lo que pudo ser y no fue.

Hace tiempo que tenía ganas de ver lo último de Marcelo Piñeyro, de forma que, en cuanto he tenido ocasión de conseguirlo me he apresurado a prepararme un pase en casita y en buena compañía. Pues sí, lo lamento pero no he pagado un Euro por verla, salvo la cuota mensual de mi ADSL, claro. Aunque, en mi descargo, tengo que decir que este largo fin de semana (para mí a sido de tres días) he dejado bien cubierto mi cupo de visitas a las salas de cine con las películas Ajami y Alicia en el País de las Maravillas. En breve comentaré ambas, hoy voy a centrarme en Las Viudas de los Jueves, la última realización de Marcelo Piñeyro.
La película se desarrolla físicamente entre los muros de un Country, una urbanización de lujo donde la clase media alta Argentina vive una tan apacible como falsa y vacía vida. Temporalmente, nos encontramos en el momento histórico en el que los hechos de “El Corralito” dejaron a todo el país en bancarrota.
Un largo y estupendo travelling submarino inicial nos muestra los cadáveres de tres personas flotando en una de las piscinas del Country,… ¿el misterio está servido?
Me temo que no. De la misma forma que la película va dando saltos atrás y adelante en el tiempo a fin de mostrarnos los hechos que han llevado a tamaño desenlace también el director parece ir dando tumbos acerca del tipo de historia que pretende contarnos.
El comienzo, al igual que el trailer promocional, es el de un Thriller, pero en todo el desarrollo posterior no hay tensión, ni misterio, ni giros argumentales. Descartamos el thriller.
A través de esclarecedoras conversaciones entre los personajes y de las imágenes de los televisores de estos nos llegan noticias de los acontecimientos que están poniendo a todo el país patas arriba ¿Podríamos, entonces, estar ante un film de denuncia política y social?
Las referencias a la clase política, al descalabro económico y como esto se filtra a través de los muros de la urbanización para acabar contaminando su perfecta comunidad es algo que tampoco se desarrolla mucho mas allá de esas ocasionales conversaciones a las que antes he hecho referencia y al hecho de la pérdida del empleo por parte de uno de los protagonistas. Descartamos también, pues, el film político-social.
Un mujer insatisfecha que mantiene latente su homosexualidad hasta que la llegada de una nueva vecina le hará destaparla, una mujer maltratada, dos adolescentes sin rumbo,… ¿será la familia el tema?
Tampoco estos aspectos se desarrollan más allá de lo reseñado. Descartado queda, pues, el psicodrama familiar como tema central.
Al final ¿Qué nos queda?
Pues bien, lo que tenemos, lo que yo creo que tenemos, es una película muy bien interpretada, con unos personajes demasiado estereotipados –el graciosillo que cae bien a todos pero al que nadie toma en serio, el pusilánime ninguneado por todo cristo viviente, el violento reconcomido por la culpa y, como no, el hijoputa con carisma de cuya mano comen todos los demás-, con una muy buena puesta en escena –especialmente a la hora de retratar, mediante perfectos y simétricos encuadres, la apacible y aséptica vida dentro del Country- a la que le falta fuerza y que no acaba de encontrar su camino, a pesar de mostrarnos aspectos interesantes. Una película lastrada sin duda por el tipo de narración (pienso que una narración lineal la hubiera beneficiado más) y poco comprometida que se ve con tanta facilidad como luego será olvidada.
Para ver el trailer pincha aquí.

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