lunes, 26 de abril de 2010

Alicia en el País de las Maravillas. De como la poesia se perdió por el camino.

Como ya hiciera Steven Spielberg en Hook, Tim Burton nos presenta en Alicia en el País de las Maravillas el retorno a un universo fantástico de una Alicia amnésica y ya talludita.
El despliegue visual de la película es absolutamente deslumbrante; cosa que, tratándose de Burton, resulta habitual. El desarrollo argumental , por el contrario,es absolutamente banal.
Alicia llega al País de las Maravillas en su huida de las normas que una sociedad encorsetada pretende imponerle al intentar obligarla a contraer matrimonio con un estirado noble aquejado de problemas digestivos.
Dicha huida la realizará persiguiendo a un conejo ataviado con chaleco y chistera que Alicia considera fruto de su imaginación. Durante la persecución acaba cayendo a través de un profundo agujero que la lleva hasta el País de las Maravillas, un lugar que no recuerda haber visitado antes pero en el que todos sus extraños habitantes parecen conocerla.
Burton nos muestra un País de las Maravillas ruinoso y atemorizado a causa de los desmanes de la tirana Reina de Corazones y que espera con ilusión el retorno de la niña ya que ésta, según una profecía, será la encargada de liberarlos del yugo de la dictadora para que pueda reestablecerse el reinado de la bondadosa Reina Blanca. De tal forma, la Alicia de Tim Burton adquiere un carácter Mesiánico del estilo del Neo de Matrix.
Por lo tanto,...Nada nuevo bajo el sol. Un Tim Burton también atrapado dentro del corsé de la corrección y el didactismo nos muestra la eterna lucha del bien contra el mal , de la luz contra la oscuridad; en suma, de la reina roja contra su hermana, la reina blanca en una historia que ya hemos visto miles de veces (Star Wars, El Señor de los Anillos,...) y que carece casi por completo del toque poético que podíamos encontrar en sus anteriores realizaciones.
Digo que casi por completo porque si que puede apreciarse un atisbo de esta poesía en el que, para mí, es, sin duda, el mejor momento de la película; la secuencia en la que la Reina de Corazones, ya derrotada, queda irremediablemente unida al mal y prefiere elegir ser temida a ser amada.
En definitiva, una película muy muy floja y muy muy decepcionante por venir de uno de mis directores preferidos y que obliga a plantearse una cuestión: ¿para que tomarse la licencia de alterar una obra literaria archiconocida si con ello no vas a contar una historia nueva?...digo yo.

Para ver el trailer pinchar aquí.

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