martes, 6 de abril de 2010

Donde Viven Los Monstruos. El fin de la infancia,...creo


La última realización de Spike Jonze, Donde Viven los Monstruos, a pesar de estar basado en el cuento infantil del mismo título de Maurice Sendak, no es una película para niños,… o no debería serlo. La película es todo un tratado sobre la depresión infantil que se genera cuando el niño descubre que acaba de traspasar la frontera que lo lleva sin remedio a comenzar su andadura por el mundo de los adultos,…o debería serlo.
Lo cierto es que la película resulta, en muchos aspectos, una verdadera lástima. Y lo es porque, sin tratarse de una mala película, no podemos evitar la sensación que nos queda al finalizar la proyección de que el director ha desaprovechado la oportunidad de desarrollar en profundidad todas las posibilidades que ofrecía el relato.
La historia trata de un niño que padece una jornada especialmente frustrante en la que se ha sentido abandonado por su hermana, ridiculizado por los amigos de ésta y, finalmente, ignorado por su madre que, además, le obliga a soportar la presencia de su nuevo novio.
Tras estas vicisitudes sufre un acceso de ira en el que despliega una violencia que, intuimos, no es algo inusual en él y, enfundado en un disfraz de lobo, huye de su casa y acaba encontrando refugio en una isla habitada por unos monstruos que lo acogerán convirtiéndolo en su rey.
A partir de ahí es donde la historia comienza a esbozar aspectos muy interesantes y donde, al mismo tiempo, el guión comienza a hacer aguas.
Resulta muy interesante el hecho de que el primer monstruo que nuestro pequeño protagonista vea esté, en ese momento, siendo presa de un ataque de ira semejante al que él acaba de desplegar en su casa. Un ataque de ira, por cierto, fruto de una pataleta que ya no resulta acorde ni a su tamaño ni a su edad.
Y resulta todavía más interesante el hecho de que cada uno de los monstruos que habitan en esa extraña isla parecer reflejar diferentes aspectos de la propia personalidad del niño.
Los dos hechos referidos anteriormente nos hacen pensar que, en realidad, nos encontramos frente a un viaje introspectivo del niño dentro de su propia mente. Un viaje que le llevará a descubrir que esas rabietas ya no son propias de alguien que, como él, ha alcanzado ese momento en el que debe cruzar el umbral de la edad adulta y afrontar nuevas responsabilidades.
El problema del guión y, por ende, de la película, es que todos estos aspectos solo podemos intuirlos, o incluso adivinarlos, ya que no pasan de ser meros esbozos. La relación entre el niño y el monstruo principal- relación que le llevará a abrir los ojos y a descubrir que ha llegado el momento de abrazar su nuevo status en la vida- apenas está desarrollada y las personalidades de los restantes monstruos que forman esa curiosa sociedad no pasan de ser un ligero bosquejo.
En resumen, y como decía al principio, resulta una verdadera lástima que el director no haya sido capaz de dar a todos estos aspectos la profundidad necesaria para crear una gran película para adultos sobre el fin de la infancia y, por el contrario, haya optado por tomar el camino de en medio ofreciendo un relato que ni va dirigido al público infantil ni al adulto.
Con todo, se trata de una película visualmente muy atractiva y que se puede disfrutar con agrado (en versión original, por supuesto, ya que el doblaje al castellano resulta penoso). Para mí,…un 6.

Para ver el trailer pincha aquí.

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