viernes, 15 de octubre de 2010

Disculpa, Yul.



Supongo que morirse debe ser algo malo, porque eso es algo que ninguno queremos hacer. Al menos, es algo que, aún considerando que es inevitable, no aceptamos con demasiado entusiasmo. De hecho, consideramos que morir es lo peor que puede llegar a sucedernos.
¿En serio no hay nada peor que la muerte? ¿De verdad la muerte es un estado que no puede empeorar?
Imaginad por un momento que sois actores y morís ¿creeis que eso no puede empeorar?
Imaginad ahora que sois actores y morís el 10 de Octubre de 1985.
Si alguien está leyendo estas lineas quizá se preguntará como puede, para un actor, resultar peor morir el 10 de Octubre de 1985 que cualquier otro día.
Pues bien, resulta que el citado día falleció Orson Welles ¿imaginais la resonancia, o la cobertura en los medios de comunicación, que pudo tener la muerte de cualquier otro actor ese mismo día?
Pues, si,...ninguna.
¿Y en cada aniversario de dicha muerte?
Pues también la misma.
¿Que a cuento de qué viene esto?
Resulta que el mismo día de la muerte de Orson Welles también falleció Yul Brynner, el inolvidable protagonista de Los Siete Magníficos.
Actor, director, productor, musico,...y olvidado. Olvidado el día de su muerte por tener la desgracia de que ésta coincidiera con la de ese genio que fué Welles. Y olvidado en cada aniversario de su muerte por el mismo motivo.
El pasado Domingo hizo 25 años de este despiste y el despiste se repitió. Incluso un servidor realizó una entrada en este blog homenajeando a Orson Welles y contribuyendo al vigésimoquinto desaire a la memoria de un hombre cuya única culpa fué no saber elegir mejor el día de su muerte.
Veinticinco años de disculpas, Yul.

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