miércoles, 7 de julio de 2010

Villa Amalia. El retorno al útero materno.

Villa Amalia es el último trabajo del director francés Benoit Jacquot.
Basado en la novela homónima de Pascal Quignard, considerado por la crítica especializada como uno de los mejores prosistas actuales en lengua francesa, Villa Amalia nos relata el camino de Ann, su protagonista, en pos de una nueva existencia tras ver como se derrumba su vida actual a consecuencia del descubrimiento de la infidelidad de su marido.
Narrativamente, la película consta de dos partes claramente diferenciadas.
Durante la primera, asistiremos como espectadores a un proceso de revelación, reencuentro y desaparición de la protagonista, intepretada por la siempre impresionante Isabelle Huppert, una de mis actrices favoritas.
Una revelación que le vendrá dada al contemplar un beso, el que le dá su marido a la amante de éste, y que provocará, inmediatamente después, su reencuentro con un antiguo amigo. Reencuentro que hará aflorar antiguos sentimientos ya olvidados que desencadenan el posterior proceso por el que Ann irá borrando por completo su identidad, se irá desprendiendo de todo lo que la une a su actual existencia y emprenderá la busqueda de una nueva vida.
A partir de ahí, el estilo narrativo cambia claramente. El director pega, literalmente, el objetivo de su cámara a la nuca del personaje y nos dá la posibilidad de acompañar a Ann en ese viaje de renacimiento que la va a llevar a una isla mediterranea que recuerda mucho, dicho sea de paso, a la isla en la que trasncurre la acción en El Desprecio (Jean-Luc Godard, 1963).
Y no podía ser de otra manera. Un viaje cuyo fin tiene que ser un nuevo nacimiento debe llevarnos necesariamente al mar, a ese caldo primitivo del que surgió, hace millones de años, toda la vida. Es por eso que, desde ese momento, el paisaje se convierte en nuevo protagonista de la historia, y de ahí proceden, también, los continuos baños que vemos darse a nuestra protagonista en un claro gesto purificador.
El paisaje, como decía, no está solo ahí como un mero decorado que se preste a una bella fotografía (que también) sino que es un personaje más, un personaje que interactua con la protagonista y la impregna de tal manera que Ann, rendida ante la sensualidad de éste se liberará definitivamente para sumergirse en una relación con una bella lugareña.
Pero en su viaje Ann busca algo más, no solo la proximidad del mar. También busca una choza, un reducido espacio en el que acomodarse y que encontrará, por fín, en la Villa Amalia. Un lugar pequeño en el que, cual útero materno, se gestará la nueva Ann y del que saldrá a su nueva vida en la bella escena que cierra la película.
Villa Amalia es una película de cercana a la maestría, al servicio de una maravillosa actriz que nos regala una gran interpretación hecha desde el interior, a base de silencios, de gestos, de miradas, de esperas, de largos momentos contemplativos. Una película rodada desde la fascinación y el apasionamiento por un paisaje, el mediterraneo, y una grandísima actriz, Isabelle Huppert.
Para ver el traíler pinchar aquí.

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