martes, 2 de noviembre de 2010

Y yo,...¿a quién habré salido?

En mi casa nunca se ha respirado ambiente cinéfilo. Cierto que, una noche por semana, mi abuela venía a cuidarnos a mi hermana y a mí y se quedaba a dormir en casa para que mis padres salieran con una pareja de amigos a una sesión de cena y cine, pero siempre me dio la impresión de que se trataba más de airearse y salir de casa que del hecho de ver la película en sí. Luego no había comentarios en casa acerca de la película visionada, ni entre mis padres ni con nosotros. Era más fácil que nos dijeran qué habían cenado y donde.
Actualmente han suprimido el cine de su cena semanal, lo que confirma cual era la parte importante en esas escapadas. Pero, por si todavía queda alguna duda y, para ilustrar todavía mas claramente la falta de interés por el cine os relataré una pequeña anécdota:
Hace ya unos cuantos años, mi madre era agente de Círculo de Lectores y servía la zona centro de Valencia.
Círculo, que, en ocasiones, realizaba concursos de ventas para incentivar a sus agentes, convocó por aquel entonces un concurso en el que el premio al mejor agente era un viaje para dos personas a Berlín  para asistir al festival de cine.
Dado que mi madre disponía de la mejor zona de ventas imagino que no debió ser muy difícil para ella hacerse con la victoria. De hecho lo hizo. Ganó ella y, nada más ganar y comunicarnos que lo había hecho, habló con sus jefes para solicitar que le dieran el segundo premio en lugar del primero, petición a la que éstos accedieron bien gustosos.
El segundo premio era un reproductor VHS.
Nosotros, pues, nunca recibimos una cultura cinematográfica. No quiero decir con esto que mis padres no nos llevaran a mi hermana y a mí al cine, no. A lo que me refiero es a que nuestras excursiones a salas de cine, que las hubo, obedecían más a una necesidad de salir a distraerse (distraernos) que a aprender del séptimo arte. Quizá es por esto que no recuerdo cual fue la primera película que vi en una sala de cine, imaginad el impacto que debió causarme.
Recuerdo, con un ligero desenfoque, algunas proyecciones a las que mis padres nos llevaron. Se trata de recuerdos dispersos que me llevan desde la primera producción Disney, Blancanieves y los Siete Enanitos, hasta E. T. el Extraterrestre, mi primer contacto con Spielberg, pasando por Los Diez Mandamientos, Galáctica ¿alguno recuerda aquél fallido experimento con el Sensurround? y Dos Superpolicías.
Con mucha mayor nitidez recuerdo otras proyecciones con las que salí encantado del cine. Entre ellas están Star Wars, que vimos unas Navidades con mi madre y mis primos mayores, y Ivanhoe que, inexplicablemente, debimos ver en un cine de reestreno ya que cuando esta película se estrenó yo no había nacido (uno es mayor, pero no tanto).
Como puede verse, salvo contadas excepciones, la lista es para preguntarse que porqué no he titulado esta entrada ¿Cómo es posible que me guste el cine?
Pues bien, sucedió una tarde en la que mis padres y nosotros circulábamos por Valencia regresando de nosedónde. Pasábamos frente al Cine Gran Vía, uno de tantos cines actualmente desaparecidos en nuestra ciudad, cuando mi padre sugirío entrar a ver la película que daban, que era una del espacio, con naves y todo eso, como la Guerra de las Galaxias.
Asi fue como vi 2001, Una Odisea Espacial. La película que, a pesar de no entender para nada, me dejó completamente impactado. Una experiencia visual que me hizo caer perdidamente enamorado del cine y que ha dejado una huella que, todavía hoy, permanece indeleble en mi memoria.
Hago aquí un paréntesis para mandar un saludo a mi padre, que actualmente permanece ingresado en una habitación del Hospital La Fe de Valencia a causa de la fractura de una vértebra (fractura de la me considero en parte reponsable), y darle las gracias por aquella experiencia que cambió mi vida.
Dicho ésto, sigamos.
Como bien saben los que me conocen, padezco cierta tara física desde mi nacimiento. Nada de importancia. Una fruslería que, sin embargo, limita mi capacidad para realizar ciertos actos. Ésto, unido a mi absoluta incapacidad para pedir ayuda, me ha obligado a tener que ingeniar modos alternativos para realizar esas acciones para las que, en teoría, estoy incapacitado. Actividades tales como atarme los zapatos, hacerme el nudo de la corbata o ponerme y quitarme el reloj, cosas que, en principio no debería ser capaz de hacer, las realizo con completa naturalidad (aplaudir no, eso todavía está en proceso de desarrollo).
Esta tendencia autodidacta que mi tara me ha hecho desarrollar la apliqué también a mi educación cinematográfica que decidí que iba a adquirir tras la visión de 2001. Así que comencé por lo que tenía más a mano: la televisión.
En la 2 de Televisión Española (entonces UHF) descubrí los Viernes un programa en el que se proyectaba una película que, de alguna manera, se relacionaba con algún tema de actualidad y que luego se complementaba con un debate sobre el tema en cuestión. Se trataba de La Clave, programa conducido por Jose Luis Balbín.
Debo a este programa mi primer contacto con grandes obras como Ciudadano Kane, Traidor en el Infierno o Teléfono Rojo, Volamos Hacia Moscú.
A esto siguieron, en esa misma cadena, los ciclos de la 2. Ciclos que, a lo largo de varias semanas, recorrian la filmografía de conocidos directores y actores. Ahí vi multitud de títulos de Orson Welles,  Billy Wilder, Paul Newman, Woody Allen, Fritz Lang,...
Lo siguiente fueron ya las salidas con los amigos y aquellas sesiones dobles y, a veces, triples en cines de reestreno de las que ya he hablado en alguna otra ocasión y los alquileres de BetaVHS en videoclubs, también para disfrutar en casas ajenas ya que el formato doméstico no había llegado todavía a la mía. Dos de estos alquileres fueron Alien, el Octavo Pasajero y Blade Runner, dos de mis películas favoritas.
Todavía tardó unos años pero al final llegó el reproductor de video a mi casa. Todavía puedo verlo, un flamante reproductor de VHS (el Beta ya había muerto por aquél entonces y del Video 2000 ya no se acordaba ni el tato) completamente negro, marca Blaupunkt, que mis padres nunca aprendieron a programar y que me abrió de par en par las puertas a un mundo nuevo: el coleccionismo de películas.
Puedo afirmar, sin exagerar, que yo jamás alquilé una sola película para ver en casa. El uso que hacía del video era el de grabación de las películas de madrugada de la 2, películas que veía en directo mientras las grababa para poder así ir suprimiendo los anuncios, para su posterior almacenamiento en mi, cada vez mas amplia, videoteca.
Las sesiones de madrugada correspondían a un programa que se titulaba Cineclub y que emitía las películas en versión original subtitulada. La primera que grabé fue Ran. A ésta la siguieron cientos y cientos de películas que iban llenando mis estanterías y que yo no prestaba a nadie.
Mi posterior ingreso en la Universidad de Valencia, en la que desarrollé la carrera de Ciencias Biológicas (mi falta de empuje para hacer la maleta e irme a Madrid o Barcelona a la escuela de cine será un tema a desarrollar en otra ocasión) me puso en contacto con otros cinéfilos con los que pronto hice buenas migas y con los que frecuentaba las salas de La Filmoteca Valenciana, el Cine Xerea, el que fuera la primera sede de la Filmoteca de Valencia, Cines Babel y Cines Albatros, aumentando así mi afición por el cine en V.O.S. y descubriendo, de paso, un cine que no se hablaba ni en Inglés, ni en Francés ni en Italiano.
Y entonces llegó el DVD,... y yo con estos pelos.
La mejora en la calidad de imagen y sonido eran evidentes, tan evidentes como el hecho de que el VHS (¡con lo que había tardado en llegar a mi casa!) tenía los días contados, de forma que comencé a ir comprando películas ya en ese formato, a pesar de que todavía no contaba con un reproductor, con el fin de ir sustituyendo mis cintas por discos. la primera en caer fue Sleepy Hollow.
Por el momento iba viendo mis nuevas adquisiciones en mi ordenador, al que si que había incorporado un lector de DVD en espera de que pronto el ya gastado reproductor VHS de nosecuantos cabezales fuese sustituido por un flamante reproductor de DVD, cosa que mis padres (todavía no entiendo muy bien el motivo) no tardaron demasiado en hacer.
Desde entonces, año tras año, mi colección de películas a ido creciendo y los reproductores se han ido sucediendo conforme iba teniendo la necesidad de que estos reconociesen nuevos formatos de grabación: .AVI, DivX, XviD,... la era del ADSL y las descargas de películas a través de Internet había llegado.
Y ahora llegan los televisores planos de Alta Definición, y el Blu-Ray,... y la calidad es aún mayor,... y te los puedes comprar de importación de USA o Reino Unido mas barato,... y el nuevo formato parece que se asienta,...y yo con estos pelos,...otra vez.
Asi que ya tengo un puñadito de Blu-Ray formando parte de mi colección, que sigue creciendo. Aunque, en esta ocasión, no tengo intención de sustituir todos mis DVD´s por los nuevos discos, eso solo lo haré en ediciones muy concretas.
Ah! y ya tengo reproductor.
Y, como decía en la frase que daba comienzo a todo este texto, en mi casa nunca se respiró ambiente cinéfilo.
 Ni mis padres ni mi hermana disfrutan particularmente viendo una película. Asi que me quedo con la duda:
Y yo,...¿a quíen habré salido?

Gracias, papá, por haberte equivocado aquel día y haberme hecho descubrir lo que ha sido y continua siendo una de las mayores pasiones de mi vida: El Cine.
Mejórate pronto.

2 comentarios:

  1. Pues de verdad, yo también me lo pregunto ¿a quién habrás salido? y ya no solo por tu afición al cine, que es tremenda... si no por tu forma de describirla y escribirla. Chico mira que te explicas bien!! me encanta tu blog. Yo tampoco soy una gran enamorada del cine, que me gusta eh? pero no es pasión. Lo que me gusta bastante mas es la lectura, (ves en eso igual he salido a tu madre?!¿, porque lo que se dice en mi casa... en fin que podemos trasladar toda tu histora del cine a la mia en el caso de la lectura) pero a lo que iba, que lo que me gusta es la lectura y en este caso ME ENCANTA LEERTE.
    Gracias primo, has creado un buen rincón!! se lo voy a recomendar a una amiga mía a la que también le chifla el cine. Un besazo

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  2. Muchas gracias por las alabanzas (en general por dejar cualquier tipo de comentario, que siempre se agradece saber que, cuando escribes, hay alguien ahí para leerte) y por hacerme propaganda.
    En cuanto a lo de la lectura en tu familia, que también es la mía,...¿no olvidas a tu hermano?
    En cualquier caso, si tu pasión es la lectura, lee, que no hay nada mejor que alimentar las pasiones. Las propias y las de otros, pero eso...es otra historia.

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