sábado, 13 de noviembre de 2010

Mother. Recuerdos perdidos.

Mother es el cuarto largometraje del director coreano Joon-ho Bong y, una vez más, nos encontramos con una película que, ni se ha estrenado comercialmente en salas en nuestro país ni parece que vaya a ser editada, al menos en un futuro próximo, en formato doméstico.
La alternativa a la que nos vemos arrastrados aquellos a los que nos gusta disfrutar del buen cine es, nuevamente, la descarga de películas a través de internet.
En el caso concreto de la película que nos ocupa, Mother, también gracias al milagro de internet, disponemos de la posibilidad de adquirirla en Blu-Ray, formato en el que, curiosamente, si que ha sido editada en Estados Unidos. Y digo curiosamente porque es bien conocido por todos la reticencia de los americanos a consumir cine proveniente de mas allá de sus fronteras, a pesar de lo cual tienen la deferencia de editar películas como Mother en excelente copia de alta definición, formato multizona y subtítulos en castellano.
Resulta doloroso que, a estas alturas de la película, todavia haya cosas para las que tengamos que poner de ejemplo a los yankis.
En este su cuarto largometraje el director coreano nos relata, de forma magistral, las vicisitudes por las que pasa una madre soltera para esclarecer el asesinato del que ha sido acusado Do-joon, su único hijo, en el que ha volcado toda su vida y que, a causa de su naturaleza ingenua y estúpido comportamiento, constituye toda una fuente de problemas.
Tras su incursión en el género fantástico con la estupenda The Host, Joon-ho Bong retoma la estela de su obra maestra, Memories of Murder para ofrecernos un nuevo thriller en el que son claramente reconocibles las señas de identidad de su director. Señas que se nos muestran desde la primera escena de la película, toda una declaración de intenciones.
La historia arranca con una bella secuencia cargada de poesia,... y absolutamente marciana.
Una mujer, que luego se nos revelará como la madre que da título al film, pasea lentamente por un prado en dirección a la cámara. Se detiene frente a nosotros. Una música comienza a sonar. La mujer baila.
No será éste el único baile que veremos en la película, también asistiremos a otra manifestación semejante hacía el final del metraje constituyendo éstos los dos únicos momentos de paz para nuestra protagonista.
Como decía, la extraña secuencia con la que el director abre su historia conforma toda una declaración de intenciones en cuanto a que deja claro que vamos a disfrutar de una película bellamente rodada y desarrollo poco convencional. Y así resulta.
La película, como resulta habitual en el cine oriental, presenta una cuidadísima puesta en escena y está plagada de planos de gran belleza que no requieren ningún diálogo. Por destacar uno de los muchos de estos momentos que presenta yo me quedo con la que es, probablemente, mi secuencia favorita en esta película. Se trata de una secuencia prácticamente estática. Un plano fijo se composición muy simple y rodado con gran angular en el que vemos, frente a un muro que cubre todo el fondo del plano, como la madre permanece inmovil a la izquierda del encuadre mientras su hijo está orinando en el extremo opuesto y de espaldas a nosotros. El joven sale del encuadre una vez ha dejado satisfecha su necesidad y la madre queda sola ocupando por unos instantes la misma posición que ocupaba desde el inicio de la secuencia. Pasados unos segundos la madre se dirige al lugar que ocupaba su hijo y limpia el charco de orina que éste ha dejado.
Se trata, como decía, de una escena rodada de manera muy sencilla y que resulta muy reveladora ya que nos muestra como la madre vuelca toda su vida en el cuidado de su despreocupado hijo al tiempo que refleja de manera magistral el estado de soledad al que ello la tiene condenada.
Toda la película respeta las constantes a las que este interesante director nos tiene acostumbrados: familia disfuncional y una trama en la que conviven momentos de gran violencia con otros cargados de humor negro que hacen que la intriga que sirve de base a la historia se aleje de los convencionalismos del cine de género. Todo ello apoyado, en este caso, en el personaje de la madre. Un complejo personaje, magníficamente interpretado, que soporta todo el peso de la película y que arrastra consigo terribles recuerdos que se ve obligada a intentar borrar ante la imposibilidad de vivir con ellos. Porque la película también trata de esto, de como hay recuerdos de los que nos habíamos deshecho y que acaban por aflorar para pasarnos factura.
Nuevamente una gran película de uno de los directores mas interesantes del panorama actual y una genial excusa para repasar su corta pero estupenda filmografía,... o para descubrirlo si todavía no lo has hecho.
En cualquier caso una película que hay que ver.

Para ver el trailer, pinchad aquí.

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