martes, 18 de enero de 2011

Uncle Boonmee Recuerda sus Vidas Pasadas. Una feliz transmutación del lenguaje cinematográfico.

Un prólogo en el que una vaca consigue liberarse de sus ataduras y escapa a la selva hasta que, finalmente, alguien la encuentra y la hace volver al redil. Un epílogo en el que un monje budista abandona durante unas horas no solo los hábitos, sino incluso su propio cuerpo, para gozar de unos momentos de vida en libertad. Y entre ambos,...los últimos dias del tio Boonmee, victima de una insuficiencia renal aguda, que va siendo visitado por fantasmas del pasado y su viaje hacia la cueva donde nació y donde desea acabar sus días.
Todo esto, y mucho más, es lo que encierra Uncle Boonmee Recuerda sus vidas Pasadas, reciente ganadora de la Palma de Oro en el último certamen del Festival de Cannes y  última obra del, para mi hasta ahora desconocido, director Tailandés Apichatpong Weerasethakul; director al que, de aquí en adelante, me referiré con el nombre de Joe, como él mismo solicitó en una entrevista concedida durante el citado festival.
Uncle Boonmee Recuerda sus Vidas Pasadas (UB a partir de ahora) es una película que puede resultar incómoda de ver para el espectador occidental y que, desde luego, resulta dificil de comentar.
Por un lado encontramos en ella una trama central, la de la enfermedad de Boonmee, de narración más convencional, que nos lleva desde la llegada del personaje de Jen, cuñada del enfermo,a casa de éste hasta el lugar en el que el enfermo encontrará finalmente la muerte: la cueva en la que nació. Un lugar cargado de misticismo y en el que resulta fácil reconocer la referencia al útero materno.
Dentro de esta trama central y más convencional,  en la que el ojo occidental todavía puede reconocer, particularmente en los últimos tramos del film, la mirada nostálgica del director hacia una época y unas creencias y tradiciones que comienzan a perderse (o al menos es eso lo que yo veo en las escenas de la ceremonia budista del funeral de Boonmee y el posterior epílogo) nos encontramos con multitud de evocaciones que hacen referencia a teorias panteistas, tradiciones budistas y transmigración de almas  que el espectador, en la mayoría de los casos, deberá abordar siendo consciente de lo peligroso que resulta buscar una interpretación correcta para el que es ignorante de las tradiciones que encierran la historia y la cultura de aquellas regiones.
Llegados a este punto yo recomendaría huir de la infructuosa búsqueda de cualquier tipo de interpretación y dejarse llevar por la belleza y fascinación que destilan todas esas escenas que, aún pudiéndonos parecer impenetrables, no cesan de transmitirnos emociones ¿acaso alguien puede dejar de sentirse emocionado ante ese hermoso cuento inconcluso que encierra la película en el que una princesa que transita por la selva ,mientras conversa con uno de sus porteadores, se mira en las aguas de un lago que le devuelven el reflejo de su rostro convertido en otro increiblemente bello y acaba siendo penetrada por un pez surgido del fondo de las aguas aunque sea una historia que no seamos capaces de engarzar en el resto de la película?
Quizá la historia de la princesa sea un sueño del personaje que hemos visto unos instantes antes tumbado en una hamaca y mirando a las montañas o quizá el pez sea una de las vidas pasadas de Boonmee, que más da.
Lo cierto, y lo mas importante de todo, es que en UB nos encontramos ante una nueva manera de contar historias.
De la misma manera que, a lo largo del relato, van apareciendo fantasmas y otros personajes (la cuñada, el monje) que no pertenecen al lugar en el que se encuentran y que no estan viviendo su verdadera vida, la parte lineal del relato, la narrativamente más convencional, podría ser la que estuviera realmente fuera de lugar en el conjunto de la narración representando así al espectro de un cine que ha transmutado hacia una nueva forma de lenguaje cinematográfico.
Nada me gustaría más, aunque solo fuera por disfrutar viendo como los reaccionarios cinematográficos, con Carlos Boyero a la cabeza, huyen despavoridos de las salas.
Para los amantes de los resumenes diré que Uncle Boonmee Recuerda sus Vidas Pasadas es una fascinante fábula naturalista acerca de la muerte y una mirada nostálgica a la forma en que las tradiciones culturales impregnan nuestras vidas que puede resultar, paradójicamente, tan incómoda de ver como fácil de disfrutar.
Ya ando a la búsqueda de Tropical Malady y Syndromes and A Century, anteriores trabajos de este director, asi como de su cortometraje A Letter to Uncle Boonmee que fuera presentado en el pasado Festival de Sitges y que supongo iniciático para enfrentarse a esta película que nos ha ocupado hoy.


Para ver el trailer, pinchad aquí.

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