domingo, 12 de febrero de 2012

Perros de Paja (Rod Lurie, 2011). Hasta para copiar se necesita talento.

En 1971 Sam Peckinpah dirige Perros de paja, un crudo estudio sobre la violencia del ser humano que, aún sin ser una de las mejores obras del director estadounidense, se cuenta dentro de la lista de mis películas favoritas.
Perros de paja comienza con la llegada del recientemente constituido matrimonio Sumner al pequeno pueblo británico en el que la joven esposa se crió.
Él, David Sumner (Dustin Hoffman) es un físico que tiene que terminar un trabajo urgentemente. Es un tipo tímido y apocado que evita los problemas y huye de todo tipo de enfrentamiento sintiéndose cómodo únicamente cuando se encuentra en la  compañia de sus fórmulas y números ya que el comportamiento de éstos es siempre racional y previsible.
Ella, Amy Sumner (Susan George) es una atractiva y sensual joven, inquieta y caprichosa, que se aburre cuando no se le está prestando continua atención.
La violencia latente en algunos de los habitantes del lugar, acrecentada por el provocativo comportamiento de la caprichosa recien casada, termina por explotar tras el grave suceso acontecido a una muchacha del lugar y David se ve abocado a una situación en la que reacciona desplegando una violencia y agresividad que ni él era consciente de albergar en su interior.
Ahora, en el recientemente finalizado 2011, otro estadounidense, Rod Lurie, haciéndo gala una vez más de la falta de ideas de que adolece la industria cinematográfica americana, estrena un remake de esta película manteniendo el mismo título, conservando básicamente la misma historia, que adereza con algún detalle que la acerca más a nuestros días (el protagonista dispone de teléfono móvil aunque, de todo el lugar, al parecer, es la única persona que tiene uno y nunca dispone de cobertura), y desplazando el escenario al profundo sur de los Estados Unidos (volviendo, una vez más, al tópico exprimido hasta la saciedad de que en los pueblos del sur profundo de los Estados Unidos solo habitan paletos ávidos de sangre dedicados a violar y asesinar, y no necesariamente por ese orden, a cualquier forastero que se atreva a pasarse por esos andurriales).
En el remake perpetrado por Lurie no se observa ni un atisbo de la atmosfera violenta e inquietante que se respira a lo largo de toda la cinta de Peckinpah, se pretende racionalizar todo lo acontecido durante la historia (incluso se nos explica, de boca de su protagonista, el significado del título), se suavizan los hechos y se destierra de un plumazo, imagino que en aras de la corrección política, toda ambiguedad en el comportamiento de la protagonista que queda transformada en irreprochable víctima de la violencia machista.
La nueva Perros de paja es una mera sombra desdibujada, una copia de trazo grueso y sin alma elaborada para ser consumida a la misma velocidad con la que es olvidada.
Y, llegados a este punto, os planteo una cuestión: Perros de Paja (Sam Peckinpah, 1971), sin ser una obra maestra, es una película que, 40 años después, todo el mundo recuerda ¿cuanto creeis que tardaremos en olvidar Perros de Paja (Rod Lurie, 2011) aquellos que la hemos visto?

Para ver el trailer, pinchad aquí.


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