lunes, 27 de junio de 2011

Sucker Punch. Pastiche sin talento.


Una joven, recien ingresada en un psiquiátrico tras haber matado accidentalmente a su hermana al intentar protegerla de los abusos de su padrastro, aguarda a que se le practique una lobotomía.
Durante la espera creará en su mente una realidad alternativa, un mundo ilusorio en el que podría escapar a su destino y ser libre. Para ello deberá obtener cuatro objetos: un mapa, un mechero, un cuchillo y una llave.
Este es el argumento que Zack Snyder nos presenta en Sucker Punch, su última película y la primera rodada sobre un guión original suyo.
La primera impresión, tras leer la sinopsis, es la de que ésta bien podríamos encontrárnosla en la parte trasera de la carátula de un videojuego.
Una vez vista la película uno se da cuenta de que, en ocasiones, las primeras impresiones son acertadas. El director de esa genial adaptación cinematográfica que es Watchmen ha rodado un videojuego, ambientado en los años 50, en el que una chica increiblemente dotada para el combate cuerpo a cuerpo, tendrá que superar varias misiones en las que se enfrentará con toda una legión de enemigos y cuyo objetivo será la de reunir una serie de objetos que le permitan recobrar su libertad y destruir al más peligroso de los villanos.
En un principio rodar un videojuego no tiene porque tener nada de malo. No todo tiene porqué ser cine intelectual ni todas las historias tienen porqué ser densas historias cargadas de múltiples significados en las que se debaten complejos personajes de gran carga psicológica. El cine es, ante todo, entretenimiento y diversión. Una válvula de escape que nos permite liberarnos de la presión y evadirnos del mundo real.
El problema lo encontramos cuando una película no acaba por darnos lo que nos ofrecía. Cuando, tras acabar las dos horas de proyección, nos encontramos con un montón de promesas incumplidas.
Sucker Punch está diseñada como un thiller erótico-psicológico de acción en el que, al menos sobre el papel, la diversión está asegurada.
Pues bien, lo que nos encontramos es una ruidosa película tan erótica y sexi como una producción de Walt Disney en la que las secuencias de acción resultan aburridas y repetitivas y donde la trama psicológica acaba siendo ridícula por demencial. Y es que, a no ser que seas un adolescente pajillero, el erotismo es algo más que limitarse a vestir a una guapa jovencita de colegiala y peinarla con unas coletas. Además, y para no pasarnos la película mirando el reloj de reojo, la acción requiere de algo más que de interminables combates en los que los contrincantes atacan siempre de uno en uno. Y, para dejarlo claro ya de una vez por todas, el hecho de que una trama transcurra en un mundo ilusorio creado en el interior de la mente de la protagonista no significa que todo esté permitido. 
Eso si, Zack Snyder rueda manteniéndose completamente fiel a su universo visual, tal y como hiciera en 300 y Watchmen, y sin ocultar en ningún momento su devoción por los comics y videojuegos.
Sucker Punch acaba por ser un claro ejemplo de como resulta un pastiche cuando éste es rodado por un director que, a pesar de su probado talento en el campo visual, no alcanza ni de lejos el talento de Tarantino para la fabricación de pastiches.
Pero no os preocupeis, todavía habrá alguien a quién Sucker Punch le parecerá una obra maestra que va a marcar un antes y un después en la forma de concebir el cine.

Para ver el trailer pinchad aquí.

5 comentarios:

  1. Bueno, a ver si resucitas de una vez!!
    Se tenía que morir Colombo?

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  2. Por suerte mi muerte no fue definitiva ya que he tenido tiempo para continuar viendo películas y series, si bien éste no me ha dado como para luego escrir de ellas.
    Si con tu comentario te refieres a si ha sido necesario que Colombo muriese para que este blog resucitara te diré que ese no es del todo cierto puesto que si bien Peter Falk ha muerto, como otros antes que él y como nosotros haremos, Colombo no lo ha hecho. Colombo vivirá para siempre.
    Privilegios de los personajes.

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  3. Por tocar algo...
    Entonces porque le dices adiós?

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  4. Ha sido por una cuestión práctica, señor pesao. Cuando los personajes adquieren gran popularidad, como es el caso del Teniente Colombo, tienden a acabar por fagocitar al actor que los interpreta y el público acaba por asociar la cara del actor al nombre de su personaje.
    Estoy prácticamente seguro que, entre los televidentes de nuestra generación, son muchos más los que recuerdan a Colombo que los que recordaban el nombre del actor que lo encarnaba. Es por esto por lo que decidí despedir a Colombo cuando la despedida era, en realidad, para Peter Falk.
    Pero bueno, seguro que esta explicación no te satisfará aficionado como eres a ir tocando algo...

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  5. jajaja!!! Saludos

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