domingo, 28 de marzo de 2010

Perdóname, padre, porque he pecado.

Puesto que nos encontramos nuevamente en esas fechas en las que alguien dice que alguien dijo la frase “Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra” he decidido aprovechar para confesar que yo no podría lanzar ni el más mísero guijarro puesto que, no solo he pecado, sino que, además, mi pecado es mortal.
Os cuento.
Hace ya tiempo, teniendo una conversación sobre cine italiano con un buen amigo en el trabajo (no todo va a ser trabajar) éste se sorprendió al descubrir mi ignorancia respecto a la existencia de la película “Un Borghese Piccolo, Piccolo” (Mario Monicelli, 1977) y, tras hablarme muy bien de ella, me pidió encarecidamente que la viera.
Como he dicho, esta persona no solo es un amigo sino que es un buen amigo y excelente persona y, como tal, se tomó la molestia de conseguirme una copia de muy buena calidad, en versión original subtitulada, (una copia de seguridad, faltaría más) de dicha película, para que yo solo tuviera que tomarme la molestia de sentarme cómodamente a verla en mi reproductor DVD como hago con tanta frecuencia.
Pues bien ¿qué diríais que hice? pues tardar como cosa de dos años ¡¡¡dos años!!!..., y a lo mejor me quedo corto, en verla. Y, por supuesto, en esos dos largos años en los que no he visto esta genialidad, he estado viendo algunas películas que más me valdría no haber visto jamás.
No la vi hasta la semana pasada, aprovechando unos días de vacaciones.
Y ese es mi pecado.
¿Y porqué mi pecado es mortal?
Es pecado mortal porque hay películas que uno nunca debe perderse, máxime si se las da de cinéfilo empedernido. Porque la película a la que se refiere este escrito es una absoluta obra maestra. Una obra con un guión perfecto que, comenzando como comedia ácida, pasa al drama social y, de éste, al cine negro con total naturalidad apoyándose, además, en una interpretación magistral del gran Alberto Sordi. Una obra repleta de escenas increíbles que dejan una huella imborrable (Alzheimer mediante) en la memoria cinematográfica del espectador. Una obra, en suma, que todo amante del buen cine debería conocer y revisitar de forma periódica.
En definitiva, no contento con ser un ignorante, he sido también un desconsiderado con una persona que se ha tomado la molestia de facilitarme la labor de hacer lo que se supone que es lo que más me gusta hacer en este mundo: ver una buena peli. Y, para más INRI, lo hago ignorando la recomendación de alguien con quien, salvo ligeras divergencias, sé que comparto el mismo gusto en lo que a cine se refiere.
Entono, pues, un “mea culpa” y espero que este buen amigo me dé su absolución y siga recomendándome películas a pesar de que ya sepa la clase de pecador que soy.
Un saludo, PB, y un gran abrazo. Gracias.

1 comentario: