martes, 12 de enero de 2010

Avatar. La ausencia de dimensiones.

Habitualmente dedico tiempo a escribir estas notas cuando una película me ha gustado mucho y, a mi entender, siempre a mi entender, considero que es buena o, al menos, altamente recomendable. Lo hago siempre con la sana intención de animar a que alguien más, tras leer esto se anime también a verla y, con suerte, disfrute tanto como yo lo he hecho.
Hoy va a ser algo diferente,….
Anoche vi Avatar; pagué por ver Avatar, y lo que vi no fue más que la obra de un mentiroso. James Cameron ha resultado no ser más que un director de películas con pretensiones que acaban resultando meros espectáculos grandilocuentes.
Ya nos avisó con Titanic y no supimos (no supe) verlo.
En aquella ocasión, lo que se podía haber desarrollado como una metáfora sobre la lucha de clases quedó como un simple esbozo dentro del guión de una historia vacía, mil veces contada, ahogada en un despliegue de efectos especiales.
Ahora, en esta nueva ocasión, Cameron, 12 años después, primero crea la ilusión de que su criatura va a ser la película de la década, que va a haber un antes y un después a Avatar en la forma de concebir el cine; en resumen, que vamos a presenciar lo nunca visto y que eso va a generar el nacimiento de una nueva forma de desarrollo del lenguaje cinematográfico de igual manera que en su día lo hicieran Amanecer, Ciudadano Kane o incluso Matrix.
Sin embargo, luego, cuando finaliza la proyección (las 2 horas y media de proyección) resulta que hemos visto una historia completamente plana que no es mas que un refrito de Pocahontas, Bailando con lobos y la selva esmeralda ambientada en unos escenarios que parecen salidos de un videojuego de plataformas. Otra vez una historia mil veces contada de personajes psicológicamente planos en la que los buenos son muy buenos y el malo malísimo. Una historia donde, una vez más, un pueblo indígena que vive en perfecta comunión con la naturaleza intentará ser masacrado por una malvada raza colonizadora.
Lo único diferente en este caso es que son los marines americanos la malvada raza colonizadora. Esto podía haber sido un buen punto de arranque para rodar una parábola acerca de la invasión americana en Irak pero claro,…hablamos de una película de James Cameron, así que el guión se limita a sacrificar esa baza argumental en aras de un despliegue de secuencias vacías sobre escenarios artificiales para culminar en una batalla a ritmo de una banda sonora grandilocuente que pretende imitar a Carmina Burana.
En fin, sirva esto para recordarnos que, en una película, la forma de rodar y la técnica empleada para ello deben estar al servicio del guión y que es éste el que debe de contar con más de una dimensión.
Sirva también para evitar que alguien más sufra una experiencia tan mala en una sala de cine por acudir a ver semejante engendro como la sufrida por mí anoche. Amén

1 comentario:

  1. Con lo chula que es Avaratarrrrrrr!!!!!
    Y Pocahontas también!
    jajajjajajajjajajaja
    Bueno yo creo que habias puesto demasiadas pretensiones e ilusiones en una pelicula y una historia que es rollo Disney y solo busca entretener... Ainssssss
    Me gusta el blog... me lo pongo en FF :P
    ASTRONAUTA........ ? (JAJAJAJAJJAJAJA)

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