lunes, 17 de marzo de 2014

La vida de Adele. La captura de los sentimientos.

 
En 2011 Julie Maroh publicó la magnífica novela gráfica "El azul es un color cálido", una triste y hermosa historia que relataba el duro proceso del descubrimiento de la identidad sexual en un personaje torturado por las dudas fruto de la incomprensión de una sociedad, la francesa, que comenzaba a manifestarse contra el matrimonio homosexual.
El pasado 2013, el director Abdellatif Kechiche desembarca en Cannes con una adaptación de esta novela que estalla con la violencia de una bomba y sacude la critica mundial desde sus mismos cimientos generando una polémica y controversia que todavía se verá acrecentada al alzarse su película, La vida de Adele, con la palma de oro del prestigioso festival. Aunque lo que el realizador hace realmente no es una verdadera adaptación de la obra original sino que toma los personajes de ésta y lo que en ella sucede para emplearlo como mera estructura y, en base a ésta, capturar con su cámara los sentimientos que emergen en cada acción de sus protagonistas...y en esto reside lo original de este trabajo. Un trabajo que lo que hace es, partiendo de la cita de una obra literaria (La vida de Marianne) en la que una mujer busca lo que el corazón requiere para alcanzar su plenitud, hablarnos del desorden emocional que provoca el despertar sexual adolescente como ya hiciera de manera magistral Maurice Pialat en la estupenda A nuestros amores (lo siento, PB, pero ya sabes de mi debilidad por Pialat) estructurando su relato en función de las cuatro etapas que Jean-Luc Godard ilustrara en Elogio del amor: encuentro/nacimiento del amor/separación/reencuentro.
Llegados a este punto alguien podría preguntarse donde reside el carácter excepcional de esta película si presenta tan claras referencias y desarrolla las fases de encuentro-enamoramiento-ruptura y reencuentro ya vistas anteriormente en mil historias. Pues bien, lo excepcional de esta película no está en su carácter reivindicativo de la homosexualidad femenina, ni en la denuncia de la incomprensión por parte de la sociedad francesa de la época, ni tampoco en la controversia generada por lo explícito de sus escenas de sexo. Lo que hace grande a este film  reside en su puesta en escena, en como Kechiche  toma su cámara y persigue con ella a sus protagonistas filmándolos a escasos centímetros de su piel deteniéndose en las miradas, los gestos, las bocas entreabiertas, los labios temblorosos, las curvas de su anatomía, los sonidos y consiguiendo atrapar y transmitir los sentimientos que se generan en cada uno de los pequeños momentos que la cámara del director se encarga de dilatar.
¿Qué Kechiche rueda las mayores escenas de sexo lésbico explícito jamás vistas fuera de los circuitos del cine porno? pues si, pero lo hace de forma tan íntima y transmitiendo tal cantidad de sentimento que, al presenciarlas, uno siente el impulso de salir de la habitación sigilosamente, sin hacer ruido.
 
Para ver el tráiler, pinchad aquí.


1 comentario:

  1. Estimado amigo, intuyo que lo de Pialat no es un problema tuyo sino mío.
    Ya intentaré visionarlo a ver si ha cambiado algo en mi cabeza que me permita disfrutarlo.
    En cuanto a Adele, coincido en las virtudes que destacas, una cámara excepcional que sigue muecas, gestos, miradas, mocos, sentimientos y que logra conmover.
    Otra cosa son las escenas más "calientes", en realidad poco tienen de la sensibilidad que esperaba de ellas, y sin duda están filmadas desde una mirada masculina y para un público masculino.
    Mas parecen gimnastas sexuales que lesbianas amantes.
    Ello, claro, me ha permitido disfrutarlas, pero mas en la línea de "de carne somos" que de otra cosa.
    Las dos chiquillas son maravillosas, y la Exarchopoulos tiene la mezcla justa de bastedad y delicadeza para hacer un personaje imperdible.
    Un saludo

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