martes, 17 de abril de 2012

Shame. Un paseo por el purgatorio.

Tres años después de su estupenda ópera prima Hunger, el realizador londinense Steve McQueen vuelve a sacudir las pantallas con la excelente Shame. Una película que, una vez más, llega con cierto retraso a las pantallas de los cines españoles desde su presentación en el festival de Venecia del pasado año.
Shame es el retrato de Brandon, un ejecutivo adicto al sexo  cuya ya de por sí triste y amarga existencia se verá convulsionada por el retorno a ésta de su hermana Sissy, un ser depresivo con tendencias suicidas.
Steve McQueen, ahora guionista y director cinematográfico, se dedicaba antes a la fotografía vanguardista y quizá sea por eso que lo primero que llama la atención en sus películas es el tratamiento, tanto narrativo como visual, que le da a los escenarios en los que transcurren sus historias.
Mientras que en Hunger el escenario era una prisión, en Shame nos encontramos con una Nueva York fria y triste llena de claustrofóbicas estancias vacias. Una ciudad por la que, a modo de purgatorio, discurren personajes solitarios, amargados y avergonzados por su propia naturaleza en busca de una redención que impida ese practicamente inevitable descenso a los infiernos.
Brandon, protagonista absoluto de la película y el mejor trabajo interpretativo hasta la fecha de Michael Fassbender, es uno de esos seres atormentados que pululan por el purgatorio en busca de la salvación. Su caso es el de un adicto al sexo para el que el acto sexual ha perdido toda pasión e intensidad convirtiéndose en un simple acto mecánico. Lo único que Brandon necesita, al igual que un heroinómano necesita su chute, es alcanzar el orgasmo; algo que queda perfectamente ilustrado por la secuencia en la que Brandon, acuciado por la necesidad, se precipita al interior de un local de ambiente.
El realizador británico identifica, en este caso, la redención con el amor y hace que su protagonista intente salvarse buscando una relación amorosa con una de las secretarias de la empresa en la que trabaja pero, paradójicamente, el propio conocimiento de su adicción y la certeza de que ésta acabará por destruir cualquier relación amorosa hace que se sienta impotente y aboca al fracaso cualquier posibilidad de salvación.
Otra figura clave en la película, y, lamentablemente, no tan trabajada a nivel de guión como la de Brandon, a quién el director desnuda literal y emocionalmente, es la de su hermana Sissy. Un ser emocionalmente roto, sumido en una profunda depresión y cuya atracción por el infierno es mayor que la de su hermano, por lo que, desde el principio, sus posibilidades de salvación se adivinan imposibles.
Afrontar este segundo trabajo de McQueen, aun tratándose de una estupenda película, es algo que uno no debería hacer a la ligera y sin disponer del estado de ánimo adecuado. Esta película es un retrato crudo de seres solitarios  y una disección de almas atormentadas que nos sacude emocionalmente y deja un amargo sabor de boca de la que, desde luego, debe huir todo aquel que solo busque sexo explícito. Un gran trabajo tan solo alejado de la perfección por el hecho de haber sacrificado al personaje femenino en favor del protagonista masculino y no ahondar más en la relación entre los dos hermanos.

Para ver el trailer pinchad aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario