Mostrando entradas con la etiqueta Quentin Tarantino. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Quentin Tarantino. Mostrar todas las entradas

lunes, 18 de febrero de 2013

Django desencadenado. El regreso de Hans Landa

Tras ver Django desencadenado, la última película de Quentin Tarantino, uno podría pensar que acaba de ver el primer western de este director. Nada más lejos de la realidad sin embargo ya que, al fin y al cabo ¿Qué son Kill Bill, con su búsqueda de la venganza y sus duelos y Malditos Bastardos con su secuencia inicial a lo Raices profundas, la música de Ennio Morricone y su grupo de bastardos que arrancan las cabelleras de sus enemigos sino sendos westerns? Lo único que hace el realizador americano en esta ocasión es llevar, por fin, a sus personajes a la época y lugar que les corresponde sin renunciar por ello al estilo visual y las constantes referencias hacia otros títulos que caracterizan a su cine; si bien no puede decirse lo mismo de su estilo narrativo habitual que, en esta ocasión, y éste sería el mayor reproche que podría hacérsele, se sacrifica por una narración continuada absolutamente carente de elipsis.
En este trabajo, aparentemente el más personal de su director, Tarantino repite lo que ya hiciera en Malditos Bastardos al tomar como referente una película italiana, Django (en la otra ocasión fue el film bélico "Aquel maldito tren blindado") para desarrollar su propia historia en la que solo se conserva de la originaria el nombre de su protagonista, un mercenario blanco en aquella y un esclavo negro liberado en ésta.
A partir de aquí, Tarantino brinda para nuestro deleite un merecido papel protagonista a Christoph Waltz y uniéndolo al esclavo liberado Django (Jamie Foxx) nos presenta una pareja absolutamente alejada de los arquetipos del género (un negro a caballo, algo impensable en la antesala de la guerra de secesión, y un dentista alemán reconvertido en caza-recompensas. Un dentista alemán que bien podría tratarse de la reencarnación de Hans Landa, el cruel, ingenioso y cínico coronel de las SS a quien Waltz diera vida en el anterior trabajo del realizador) que protagonizará la mayor historia de amistad de todo el cine de éste realizador. Una historia de amistad comparable a la que podíamos ver en Rio Bravo, la obra maestra de Howard Hawks y que Tarantino ha catalogado en varias ocasiones como la mejor película de todos los tiempos. La historia de una amistad que se irá gestando a través de un paisaje que actúa como un personaje más, como sucediera en los grandes westerns de Anthony Mann, atravesado en busca de una mujer (y aquí tendríamos que hacer referencia a otros clásicos del género como Centauros del desierto o Dos cabalgan juntos, ambas dirigidas por el maestro John Ford) que si bien no tiene tanto protagonismo como en otras obras de este autor (Jackie Brown o la ya mencionada Kill Bill) si que es un importante motor de la acción.
Al margen de estos aspectos, novedosos en Tarantino, Django está poblada de todo aquello que hace reconocible su cine: cuidados y sugerentes diálogos, prolongadas secuencias recreadas en mínimos detalles (en este caso resulta ejemplar la secuencia en la que la pareja protagonista espera al Sheriff en un vacío salón; una escena en la que el director se recrea en como el Dr. Schultz sirve un par de cervezas mientras da buena muestra de su incontinencia verbal), una violencia gamberra y conscientemente cargada de excesos y un depurado estilo visual cargado de referencias (y en este caso resulta imposible no mencionar el salpicón de sangre sobre las plantas de algodón; una escena de clara influencia oriental) que unidos a grandes interpretaciones (Leonardo Di Caprio borda aquí el que considero que es el mejor papel de su carrera) y unos personajes  trabajados con más profundidad de lo acostumbrado dan como resultado algo más de dos horas y media de proyección convertidas en un divertimento que te deja con ganas de ver ya lo próximo que el controvertido director norteamericano, genio para unos y fraude para otros, nos tenga preparado.
 
Para ver el tráiler pinchad aquí


martes, 2 de febrero de 2010

Malditos bastardos. Cine vengador

¿Que es lo que surge si mezclas en una coctelera géneros como el western y el cine bélico (concretamente el subgenero spaghetti-bélico y, mas concretamente todavía el subsubgénero spaghetti-belico-comandoinfiltradotraslaslineasenemigas), con la violencia extrema, la venganza, la incapacidad de los americanos para hablar otro idioma que no sea el suyo y una pasión desmedida por el cine?
Todo esto bien agitado es lo que conforma la última obra de Quentin Tarantino "Malditos Bastardos". Una obra dificilmente clasificable, tremendamente gamberra, extremadamente divertida y muy, muy entretenida que, sin duda, y a pesar de no poder catalogarse como la mejor de su carrera (un puesto que, para mí, ocupa la fabulosa Jackie Brown), hará las delicias de todos los Tarantinianos confesos.
La película comienza con la frase "Érase una vez, en la Francia ocupada por los nazis..." avisándonos así que lo que vamos a presenciar no es mas que un cuento, una historia completamente inventada.
Tras este aviso inicial da comienzo una larga secuencia que muestra una vez más la gran pericia de Tarantino como dialoguista y que servirá de perfecta presentación para el villano de la función, el oficial de las SS Hans Landa (magnificamente interpretado por Chistoph Waltz) apodado "el cazajudios".
Landa se presenta en la granja de un campesino del lugar y, con la excusa de completar un informe acerca de unos vecinos judios de éste que desaparecieron, entabla una conversación aparentemente inocente en un francés fluido. En un momento dado, siempre haciendo gala de una escalofriante amabilidad, el oficial pide al campesino proseguir la conversación en inglés (de esta manera se nos hace notar la gran cultura de este personaje), idioma que le permite expresarse con mayor facilidad. El campesino que, sorprendentemente, también habla bien el inglés, acepta. Es en ese momento cuando Landa se despojará de la máscara y nos descubrirá su verdadera naturaleza. Sabe que el campesino oculta toda una familia judia bajo el mismo suelo de la cocina en la que se encuentran sentados hablando y sabe que esa familia no entiende el inglés y que, por tanto, no se estan dando cuenta de lo que se les viene encima.
Tras aterrorizar al campesino hasta hacerlo confesar, ordenará la matanza de toda la familia judia.
Con esta magistral secuencia de casi 20 minutos Tarantino nos acaba de presentar a ese cínico monstruo que es el gran descubrimiento de la película.
A partir de ese momento la película se desarrolla fragmentada en varios capítulos, separados por largos lapsos de tiempo, en los que el realizador norteamericano se dedicará a transgredir el género bélico dentro del cual supuestamente se mueve la película. Y lo hace despojando de misión alguna al grupo de soldados conocido como "los bastardos"; un comando de origen judío que, capitaneado por Aldo Raine "el apache" (Brad Pitt) tiene como único objetivo matar y arrancar el cuero cabelludo a todo nazi que se cruce en su camino.
Cada capítulo queda estructurado en forma de dilatada secuencia en la que la palabra y la violencia son los principales protagonistas. De esta forma transcurre la historia. Una historia que, repito, sin ser lo mejor de Tarantino, y a pesar de contar con un par de escenas perfectamente prescindibles, está muy bien compensada y se disfruta con agrado hasta llevarnos a un final catártico. Un final en el que el cine actúa como paladín de las causas justas, siendo capaz de trascender y proyectarse más allá de la pantalla para, como angel vengador, señalar y dar buena cuenta de los verdugos que, despojados de toda humanidad, se han convertido en caricaturas de si mismos.
La película está llena de guiños cinéfilos siendo el más claro de todos ellos el propio título del film: Inglorious Basterds, claro homenaje al largometraje "Aquel Maldito Tren Bastardo" (Inglorious Bastards) de Enzo Castellari quien, a su vez, hace un cameo en la realización de Tarantino como general aleman al igual que ya hizo en su propia película.
Además, el protagonista del film de Castellari, Bo Svenson, actúa en el papel de general norteamericano en la película de propaganda "El orgullo de una nación" proyectada a los dirigentes del Tercer Reich dentro del propio film de Tarantino y que servirá para parodiar los rodajes propagandísticos que impulsaba el verdadero Goebbels.
Pero no son estos los únicos guiños; tambien tenemos el nombre del personaje protagonizado por Brad Pitt (Aldo Raine, en homenaje a Aldo Ray, frecuente protagonista del cine bélico rodado durante los años cincuenta), las numerosas alusiones al cine de Leni Riefensthal y George W. Pabst y algunos otros que no desvelaré.
A lo largo de la película nos daremos cuenta de que todos aquellos que fingen ser lo que no son van muriendo, mientras que los que se mantienen fiel a sí mismos sobreviven ¿podría esto entenderse como toda una declaración de intenciones por parte de Tarantino, como un aviso de que seguirá haciendo su cine fiel a su estilo pese a quien pese?
Sea así o , la película se cierra con una frase pronunciada por Aldo Raine: "Creo que acabo de firmar mi obra maestra". Si en este caso el autor habla por boca de su personaje habría que decirle: "No, pero no te canses de intentarlo, por favor".
Para ver el trailer pincha aqui.