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domingo, 18 de septiembre de 2011

Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos.

Zhang Yimou es un director que nos tiene acostumbrados a radicales cambios de registro.
Comenzando desde un cine costumbrista cercano al neorrealismo con películas como Sorgo Rojo, La Linterna Roja  o Ju Dou, Semilla de Crisantemo (y tengo que adelantar que este es el cine que prefiero) que luego aparcaría para pasar a experimentar con los colores y los cables en su trilogía de fantasía y artes marciales compuesta por Hero, La Casa de las Dagas Voladoras y La Maldición de la Flor Dorada para acabar, tras esta etapa, por hacerse cargo de la creación de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Pekin ahora aborda un proyecto no de tan gran envergadura pero sí ambicioso y, sin duda, arriesgado: el remake de la ópera prima de los hermanos Joel y Ethan Coen  Sangre Fácil.

Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos nos relata como una mujer, junto a su cobarde amante, planea asesinar a su déspota y maltratador marido. Un marido que, sospechando la traición, contrata a su vez a un policia corrupto para que acabe con la pareja.
Pero el policia tiene sus propios planes lo cual, junto a las actividades de otra pareja de trabajadores de la tienda de fideos regentada por el marido, enredará la situación hasta límites insospechados.

La película original es un thriller sucio, lleno de tensión y con los habituales ribetes de humor negro de los Coen. La película de Yimou es....otra cosa.
El cineasta asiático nos brinda una extraña mezcla de western y ópera bufa  de dificil asimilación para el espectador occidental.
La película funciona muy bien a ratos y, curiosamente, estos ratos son, a pesar de los impresionantes exteriores y la espectacular fotografía, los momentos en los que el film transcurre en interiores y lo hace de forma pausada y sin diálogo tratándose, generalmente, de escenas nocturnas.
El resto de la película, con sus tomas zenitales, contrapicados, caidas sin gracia y las histriónicas interpretaciones de unos actores sacadados del Kabuki, puede llegar a provocar una gran irritación en el ojo de un espectador que, como el occidental, no se encuentra habituado a este tipo de espectáculo.
Quizá la culpa sea nuestra y de un cierto anquilosamiento o quizá haya ciertas diferencias culturales que sean insalvables y haya que ser chino para poder disfrutar la película en su totalidad. Lo que no puede negarse es que Zhang Zimou es un director en continua experimentación, capaz de afrontar con total convencimiento cada proyecto y que cree firmemente en lo que hace. Un autor cuyas obras nunca pueden ser acusadas de dejar indiferente al espectador.

Para ver el trailer pinchad aquí.

martes, 18 de enero de 2011

Uncle Boonmee Recuerda sus Vidas Pasadas. Una feliz transmutación del lenguaje cinematográfico.

Un prólogo en el que una vaca consigue liberarse de sus ataduras y escapa a la selva hasta que, finalmente, alguien la encuentra y la hace volver al redil. Un epílogo en el que un monje budista abandona durante unas horas no solo los hábitos, sino incluso su propio cuerpo, para gozar de unos momentos de vida en libertad. Y entre ambos,...los últimos dias del tio Boonmee, victima de una insuficiencia renal aguda, que va siendo visitado por fantasmas del pasado y su viaje hacia la cueva donde nació y donde desea acabar sus días.
Todo esto, y mucho más, es lo que encierra Uncle Boonmee Recuerda sus vidas Pasadas, reciente ganadora de la Palma de Oro en el último certamen del Festival de Cannes y  última obra del, para mi hasta ahora desconocido, director Tailandés Apichatpong Weerasethakul; director al que, de aquí en adelante, me referiré con el nombre de Joe, como él mismo solicitó en una entrevista concedida durante el citado festival.
Uncle Boonmee Recuerda sus Vidas Pasadas (UB a partir de ahora) es una película que puede resultar incómoda de ver para el espectador occidental y que, desde luego, resulta dificil de comentar.
Por un lado encontramos en ella una trama central, la de la enfermedad de Boonmee, de narración más convencional, que nos lleva desde la llegada del personaje de Jen, cuñada del enfermo,a casa de éste hasta el lugar en el que el enfermo encontrará finalmente la muerte: la cueva en la que nació. Un lugar cargado de misticismo y en el que resulta fácil reconocer la referencia al útero materno.
Dentro de esta trama central y más convencional,  en la que el ojo occidental todavía puede reconocer, particularmente en los últimos tramos del film, la mirada nostálgica del director hacia una época y unas creencias y tradiciones que comienzan a perderse (o al menos es eso lo que yo veo en las escenas de la ceremonia budista del funeral de Boonmee y el posterior epílogo) nos encontramos con multitud de evocaciones que hacen referencia a teorias panteistas, tradiciones budistas y transmigración de almas  que el espectador, en la mayoría de los casos, deberá abordar siendo consciente de lo peligroso que resulta buscar una interpretación correcta para el que es ignorante de las tradiciones que encierran la historia y la cultura de aquellas regiones.
Llegados a este punto yo recomendaría huir de la infructuosa búsqueda de cualquier tipo de interpretación y dejarse llevar por la belleza y fascinación que destilan todas esas escenas que, aún pudiéndonos parecer impenetrables, no cesan de transmitirnos emociones ¿acaso alguien puede dejar de sentirse emocionado ante ese hermoso cuento inconcluso que encierra la película en el que una princesa que transita por la selva ,mientras conversa con uno de sus porteadores, se mira en las aguas de un lago que le devuelven el reflejo de su rostro convertido en otro increiblemente bello y acaba siendo penetrada por un pez surgido del fondo de las aguas aunque sea una historia que no seamos capaces de engarzar en el resto de la película?
Quizá la historia de la princesa sea un sueño del personaje que hemos visto unos instantes antes tumbado en una hamaca y mirando a las montañas o quizá el pez sea una de las vidas pasadas de Boonmee, que más da.
Lo cierto, y lo mas importante de todo, es que en UB nos encontramos ante una nueva manera de contar historias.
De la misma manera que, a lo largo del relato, van apareciendo fantasmas y otros personajes (la cuñada, el monje) que no pertenecen al lugar en el que se encuentran y que no estan viviendo su verdadera vida, la parte lineal del relato, la narrativamente más convencional, podría ser la que estuviera realmente fuera de lugar en el conjunto de la narración representando así al espectro de un cine que ha transmutado hacia una nueva forma de lenguaje cinematográfico.
Nada me gustaría más, aunque solo fuera por disfrutar viendo como los reaccionarios cinematográficos, con Carlos Boyero a la cabeza, huyen despavoridos de las salas.
Para los amantes de los resumenes diré que Uncle Boonmee Recuerda sus Vidas Pasadas es una fascinante fábula naturalista acerca de la muerte y una mirada nostálgica a la forma en que las tradiciones culturales impregnan nuestras vidas que puede resultar, paradójicamente, tan incómoda de ver como fácil de disfrutar.
Ya ando a la búsqueda de Tropical Malady y Syndromes and A Century, anteriores trabajos de este director, asi como de su cortometraje A Letter to Uncle Boonmee que fuera presentado en el pasado Festival de Sitges y que supongo iniciático para enfrentarse a esta película que nos ha ocupado hoy.


Para ver el trailer, pinchad aquí.

martes, 11 de enero de 2011

Shi (Poesia). Aprendiendo a ver.

Los que me conocen bien saben de mi devoción por el cine asiático. Devoción que, estreno tras estreno, está resultando cada vez más y más justificada. Y es que, hay que reconocerlo, en los últimos años las mejores y mas interesantes propuestas provienen de Asia.
En esta ocasión he tenido el placer de disfrutar el visionado de Shi (Poesía), la última realización del surcoreano Lee Changdong, que fue galardonada en la pasada edición del Festival de Cannes con el premio al mejor guión.
Poesía es una película que guarda mucha relación con la magnífica Secret Sunshine, anterior trabajo del director, hasta el punto de poder considerarse como un complemento o extensión de ella. 
En un momento complicado para la sociedad surcoreana, que vive expectante con la inquietud de tener que vigilar de reojo los movimientos de sus belicosos vecinos del norte, Lee Changdong dirige su cámara hacia el ciudadano de a pie y, sin grandes aspavientos, nos muestra como éste afronta la vida cuando ésta presenta su lado mas amargo.
Si en Secret Sunshine asistíamos al proceso por el cual la mujer protagonista, recién enviudada, se aferraba a la religión como tabla de salvación para afrontar el secuestro de su pequeño hijo, en Poesía vemos como su protagonista, nuevamente una mujer, buscará consuelo en un taller de poesía tras descubrir la implicación de su nieto en la violación de una compañera de escuela.
La sola idea de pensar en que se hubiera transformado este guión de caer en manos de cualquier productor de Hollywood me provoca insomnio. Sin duda, de haber sido así, estariamos hablando de un producto sensiblero, no apto para diabéticos, lleno de desgarradoras sobreactuaciones y plagado de primeros planos de los rostros protagonistas a fin de forzar a mostrar sentimientos que no son capaces de sugerir con la interpretación. Todo ello envuelto, como no, en una ñoña banda sonora compuesta de rancias melodías. Afortunadamente Poesía y Lee Changdong se encuentran en las antípodas de todo esto.
Para empezar, Poesía es una película que, sin resultar lenta en exceso, se toma su tiempo y aprovecha perfectamente sus 139 minutos de metraje para construir de forma magistral a su personaje protagonista y para mostrarnos el proceso por el que éste aprende de descubrir la belleza se oculta en los actos mas cotidianos.
La película cuenta con muchas bazas siendo, quizá, la mas importante el impresionante trabajo realizado por su actriz protagonista, la veterana Yun Jeong-Hie, quien, tras 16 años de inactividad, regresa a la gran pantalla para ofrecernos la que será, sin duda, una de las interpretaciones del año. Y es que esta veterana actriz crea un personaje lleno de matices. Un personaje cuya apariencia jovial y desenfadada esconde una angustia y un sufrimiento que se nos descubre a base de gestos y miradas; sin ruidos; sin histrionismos; sin artificios; con una cámara respetuosa que no se acerca más alla del plano medio.
Y asi llegamos a la que es otra gran baza de esta, para mí perfecta, película: cómo está rodada.
Decir que la película está exquisitamente fotografiada resulta redundante tratándose de cine asiático, de manera que no ahondaré en el tema. Resulta más interesante hacer incapié en la manera como Lee Changdong emplea su cámara.
La cámara del director es, como acabo de comentar y ante todo, respetuosa. Con planos generales y medios y dando gran protagonismo a la profundidad de campo la narración huye de todo efectismo y artificio y vence la tentación de convertirse en un melodrama sin alma. Alejándose convenientemente es capaz de integrar momentos de gran dramatismo con situaciones cotidianas y hacerlo de manera sutil (ejemplar, en este aspecto, la escena en la que, en un plano general que va siguiendo a Mija en su paseo a la salida del hospital, vemos, en un segundo plano, la desesperación de una mujer que acaba de perder a su hija).
En otras ocasiones en las que la narración también corre peligro de adquirir tonos excesivamente sentimentaloides, como son los momentos en los que los integrantes del taller de poesía hacen sus declamaciones, la situación queda resuelta a la perfección adoptando la cámara un estilo documental.
La guinda del pastel la encontraremos al final cuando, una vez hayamos aprendido que hasta en los momentos mas amargos y dolorosos de la vida puede descubrirse la belleza, acompañemos a la joven violada para no dejarla sola en su dramática decisión.
Poesía, es, en resumen y para mí, una película perfecta. Llena de belleza (cómo la voz de la sexagenaria protagonista mientras declama su poesía al fin escrita va siendo sustituida por la de la joven es uno de los momentos mas bellos que el cine me ha brindado en mucho tiempo), sugerente, sutil, maravillosamente interpretada, que despierta en nosotros la necesidad de aprender a ver y nos recuerda la necesidad de desprendernos de la venda que habitualmente oculta nuestra mirada y nos impide descubrir la belleza que se oculta tras las cosas mas simples, como la contemplación de un arbol, una flor o un melocotón reventado.

Para ver el trailer pinchad aquí.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Mother. Recuerdos perdidos.

Mother es el cuarto largometraje del director coreano Joon-ho Bong y, una vez más, nos encontramos con una película que, ni se ha estrenado comercialmente en salas en nuestro país ni parece que vaya a ser editada, al menos en un futuro próximo, en formato doméstico.
La alternativa a la que nos vemos arrastrados aquellos a los que nos gusta disfrutar del buen cine es, nuevamente, la descarga de películas a través de internet.
En el caso concreto de la película que nos ocupa, Mother, también gracias al milagro de internet, disponemos de la posibilidad de adquirirla en Blu-Ray, formato en el que, curiosamente, si que ha sido editada en Estados Unidos. Y digo curiosamente porque es bien conocido por todos la reticencia de los americanos a consumir cine proveniente de mas allá de sus fronteras, a pesar de lo cual tienen la deferencia de editar películas como Mother en excelente copia de alta definición, formato multizona y subtítulos en castellano.
Resulta doloroso que, a estas alturas de la película, todavia haya cosas para las que tengamos que poner de ejemplo a los yankis.
En este su cuarto largometraje el director coreano nos relata, de forma magistral, las vicisitudes por las que pasa una madre soltera para esclarecer el asesinato del que ha sido acusado Do-joon, su único hijo, en el que ha volcado toda su vida y que, a causa de su naturaleza ingenua y estúpido comportamiento, constituye toda una fuente de problemas.
Tras su incursión en el género fantástico con la estupenda The Host, Joon-ho Bong retoma la estela de su obra maestra, Memories of Murder para ofrecernos un nuevo thriller en el que son claramente reconocibles las señas de identidad de su director. Señas que se nos muestran desde la primera escena de la película, toda una declaración de intenciones.
La historia arranca con una bella secuencia cargada de poesia,... y absolutamente marciana.
Una mujer, que luego se nos revelará como la madre que da título al film, pasea lentamente por un prado en dirección a la cámara. Se detiene frente a nosotros. Una música comienza a sonar. La mujer baila.
No será éste el único baile que veremos en la película, también asistiremos a otra manifestación semejante hacía el final del metraje constituyendo éstos los dos únicos momentos de paz para nuestra protagonista.
Como decía, la extraña secuencia con la que el director abre su historia conforma toda una declaración de intenciones en cuanto a que deja claro que vamos a disfrutar de una película bellamente rodada y desarrollo poco convencional. Y así resulta.
La película, como resulta habitual en el cine oriental, presenta una cuidadísima puesta en escena y está plagada de planos de gran belleza que no requieren ningún diálogo. Por destacar uno de los muchos de estos momentos que presenta yo me quedo con la que es, probablemente, mi secuencia favorita en esta película. Se trata de una secuencia prácticamente estática. Un plano fijo se composición muy simple y rodado con gran angular en el que vemos, frente a un muro que cubre todo el fondo del plano, como la madre permanece inmovil a la izquierda del encuadre mientras su hijo está orinando en el extremo opuesto y de espaldas a nosotros. El joven sale del encuadre una vez ha dejado satisfecha su necesidad y la madre queda sola ocupando por unos instantes la misma posición que ocupaba desde el inicio de la secuencia. Pasados unos segundos la madre se dirige al lugar que ocupaba su hijo y limpia el charco de orina que éste ha dejado.
Se trata, como decía, de una escena rodada de manera muy sencilla y que resulta muy reveladora ya que nos muestra como la madre vuelca toda su vida en el cuidado de su despreocupado hijo al tiempo que refleja de manera magistral el estado de soledad al que ello la tiene condenada.
Toda la película respeta las constantes a las que este interesante director nos tiene acostumbrados: familia disfuncional y una trama en la que conviven momentos de gran violencia con otros cargados de humor negro que hacen que la intriga que sirve de base a la historia se aleje de los convencionalismos del cine de género. Todo ello apoyado, en este caso, en el personaje de la madre. Un complejo personaje, magníficamente interpretado, que soporta todo el peso de la película y que arrastra consigo terribles recuerdos que se ve obligada a intentar borrar ante la imposibilidad de vivir con ellos. Porque la película también trata de esto, de como hay recuerdos de los que nos habíamos deshecho y que acaban por aflorar para pasarnos factura.
Nuevamente una gran película de uno de los directores mas interesantes del panorama actual y una genial excusa para repasar su corta pero estupenda filmografía,... o para descubrirlo si todavía no lo has hecho.
En cualquier caso una película que hay que ver.

Para ver el trailer, pinchad aquí.

martes, 5 de octubre de 2010

Yuki & Nina. Cuando el remanso de paz de la infancia se ve sacudido.

Yuki & Nina es una deliciosa película dirigida, a la limón, por el Japonés Nobuhiro Suwa, interesante autor al que, desgraciadamente, solo podemos seguir la pista a través de festivales o mediante la compra de un pack que en su día editara Intermedio y que recopila tres de sus trabajos mas celebrados  y el francés Hippolyte Girardot, actor reconvertido en director-guionista en éste su primer trabajo tras la cámara.
La película relata una historia aparentemente muy sencilla: Yuki (hija de padre francés y madre Japonesa) y Nina (hija de padres franceses divorciados) son inseparables amigas. Ir al colegio, hacer los deberes, merendar, jugar, incluso el viaje de vacaciones,...todo lo hacen juntas.
Un día ambas verán esta amistad amenazada cuando la madre de Yuki informe a ésta de su intención de separarse de su padre y volverse a vivir a Japón llevando a Yuki consigo.
Si semejante propuesta nos viniera del otro lado del Atlántico seguramente estaríamos hablando de una película no apta para diabéticos, un producto sentimentaloide dirigido descaradamente a la caza de un público de lágrima fácil que guarda en su casa como oro en paño todos los capítulos de La Casa de la Pradera. Afortunadamente para nosotros este guión lo firman Nuwa y Girardot.
El relato se estructura en dos claras partes. En la primera de ellas los directores nos muestran, a través de una cámara que sigue continuamente a ambas niñas, el grado de amistad de ambas protagonistas. Vemos como ese paraiso infantil se ve sacudido por la repentina noticia de la próxima marcha de Yuki (absoluta y magistral protagonista) y, sobre todo, vemos, perfectamente retratado, el total desconcierto de ambas niñas ante una situación completamente incomprensible para ellas: el fin del amor entre sus padres.
¿Porqué os divorciais si eso os pone tan tristes? Una pregunta tan simple como difícil de contestar es la que las niñas se plantean y plantean a sus padres y sirve para ilustrar el camino por el que va a circular esta historia, principalmente en sus dos tercios iniciales.
El estudio de una pareja en crisis;  una pareja que, ante la imposibilidad de hablar sin discutir, ha decidido que es mejor dejar de hablar; una pareja que, en suma, ha dejado de quererse, es un estudio que otros directores ya han realizado de forma sobresaliente con anterioridad. Tenemos así el caso de Secretos de un Matrimonio (Ingmar Bergman, 1973) o Maridos y Mujeres (Woody Allen, 1992) solo por poner algún ejemplo.
En este caso Suwa y Girardot optan por otro camino. Obviando esta alternativa, deciden  seguir a las niñas para mostrarnos la reacción de éstas ante semejante situación y su determinación a proteger su amistad.
Es aquí donde da comienzo la segunda parte de la película, en el momento en el que las pequeñas deciden huir e irse a vivir al bosque. Y es en este tercio final de la película donde ésta nos ofrece sus mejores momentos, comenzando por todas las secuencias exquisitamente rodadas en el bosque. Unas escenas cargadas de belleza y en las que hace su aparición la fantasía. Unas escenas en las que el guión juega con lo que és y lo que podría ser y que tienen un carácter de viaje iniciático para Yuki, que se encontrará con sus raices japonesas.
Tras las maravillosas escenas transcurridas en el bosque el talento de estos dos directores sublima finalmente para ofrecernos , con un estilo narrativo completamente diferente, unas secuencias finales en las que, rozando la perfección, veremos con qué naturalidad las niñas acaban adaptándose a su nueva realidad.
Yuki & Nina es una película sin pretensiones, cargada de belleza y poesia, perfectamente interpretada (especialmente por la niña que hace de Yuki) y rodada de forma sencilla y con estilo.
Una obra sobresaliente de esas que me reconcilian con el mundo.
Disfrutadla, es cine.

Para ver el trailer pinchad aquí.

domingo, 27 de junio de 2010

Air Doll. Los vacíos de la vida.

Tras Still Walking, película que todavía tengo pendiente de ver, el japonés Hirokazu Kore-eda presentó en el pasado festival de Cannes Air Doll (Kuki Ningyo), su último trabajo.
Air Doll es una película que, a pesar de provenir de un manga de Yoshiie Goda publicado hace diez años y a pesar de partir de una premisa de cine fantástico, destila poesia, belleza, compasión, soledad y tristeza en todas y cada una de sus escenas.
La historia de esta película, si es que cuenta alguna, gira en torno a una muñeca hinchable que un hombre solitario ha comprado para que sustituya a la novia que acaba de abandonarle.
La novedad con respecto a otras historias que podrían venirnos a la cabeza, como sería el caso de Tamaño Natural (Luis García Berlanga, 1974), reside en el hecho de que el protagonista, en este caso, no es el atormentado y solitario fetichista, sino la propia muñeca.
Nozomi, la muñeca, encuentra su corazón y cobra vida, dedicándose, desde ese instante, a pasear por las calles de Tokio vestida de fantasía erótica.
Con Ping Bing Lee (operador responsable de In The Mood For Love, absoluta obra maestra de Wong Kar Wai) tras la cámara nos emocionaremos con la belleza de los paseos de nuestra hinchable muchacha; paseos en los que tomará contacto con una mujer que mantiene un desigual combate contra los estragos causados por el paso del tiempo, un anciano que vive sus últimos días, un dependiente de video-club que se siente tan vacío como la propia muñeca, una joven bulímica y una niña que vive la ausencia de su madre. Paseos que le acabarán llevando a enfrentarse con su creador en una magistral escena.
La película nos habla sobre el significado de la vida. Una vida que ha sido diseñada llena de vacíos, de manera que no hay manera de afrontarla en soledad, se hace necesario compartirla con personas que nos complementen y vayan llenando dichos vacíos. Una vida en la que, tanto en las relaciones laborales como en las personales somos meros sustitutos y, como tales, podemos ser sustituidos en cualquier momento.
Kore-eda también nos habla de la soledad, pero no de cualquier tipo de soledad, de la soledad en compañia de otros que suele venir asociada a la vida en la gran ciudad.
Toda la película está plagada de mágicos momentos llenos de poesía.
De todos ellos yo me quedo con la conmovedora escena en la que el dependiente del video-club insufla aire y vida a través de la válvula de la muñeca que está desinflándose en el suelo tras un accidente. Más adelante se repetirá el mismo acto en otra gran escena cargada de belleza y erotismo.
Air Doll es una excelente película que da para que se hable mucho sobre todo lo que muestra, que puede (y debe) verse más de una vez, que ofrece momentos de gran belleza y emoción y a la que solo puede reprochársele el desinflarse un poco, y nunca mejor dicho, al aparecer los personajes secundarios.

Para ver el trailer pinchad aquí.

lunes, 26 de abril de 2010

Ciudad de Vida y Muerte. Crónica de una barbarie.

Además del Holocausto judío, a lo largo de la historia ha habido otros genocidios. Ha habido, hay, y, me temo, habrá, otras masacres además de la sufrida por el pueblo Judío a manos de los Nazis. Y esto es un hecho, ya no se trata de una mera opinión mía. Y esto es así porque el hombre es el animal racional capaz de las acciones mas irracionales que uno pueda imaginar. Capaz de los crímenes más aberrantes. Capaz de actos de destrucción inimaginables de los que hace víctimas no solo a otras especies sino a la suya misma ¿puede haber mayor estupidez?
Nanking, estrenada en nuestro país con el título de Ciudad de Vida y Muerte era una película necesaria ya que tendemos a pensar, muchas veces por culpa del propio cine, que solo ha existido un holocausto: el perpetrado por los Nazis; olvidamos otras barbaridades cometidas por las razones mas ridículas que pueda imaginarse: religión, territorios, una apestosa sustancia negra procedente del subsuelo,…
A mediados de Diciembre de 1937 los japoneses superan las defensas de Nanking, que en ese momento era la capital china, y toman una ciudad en la que solo quedan soldados y civiles puesto que todos los oficiales chinos han huido. A partir de ese momento las tropas niponas dan comienzo a una serie de salvajes actos que culminan con la escalofriante cifra de 300.000 muertos y cerca de 20.000 violaciones.
Ciudad de Vida y Muerte es la crónica de esa barbarie. Una crónica tan necesaria como dura de ver.
El director chino Chuan Lu toma las riendas de este proyecto y lo aborda desde una perspectiva casi documental, sin ánimo de venganza, mostrando en un más que apropiado blanco y negro lo desgarrador de los hechos acontecidos.
La película es prácticamente muda. Sobran las palabras. Hablan los rostros, los gritos, el sonido seco de los disparos, los atronadores cañonazos.
Durante los 135 minutos que dura la proyección veremos una serie de personajes, de uno y otro bando, cuyos destinos se van cruzando con gran realismo, lejos de sensiblerías fáciles y maniqueísmos, sin abandonar nunca ese estilo documental. Asistiremos, igualmente, a momentos memorables como es el hecho de ver al propio representante de Hitler en Nanking llorando por no haber podido salvar a los civiles que creía tener protegidos en la zona de refugiados y a la magnífica secuencia de la danza de celebración de la victoria entre las ruinas de una ciudad devastada y que finaliza frente a los pocos supervivientes de los vencidos.
Ciudad de Vida y Muerte es una película, por lo tanto, necesaria de ver; no solo porque se trate de una grandísima obra sino porque somos tan enormemente estúpidos que necesitamos que se nos recuerde continuamente que este tipo de cosas pasan y que somos los únicos responsables de que ocurran. Quizá con mas obras como esta llegue el día en el que no existan lugares en los que sea, como dice el personaje del sargento japonés Kadowaka en la película, mas fácil morir que vivir.
El propio director con el final de la película deja un resquicio a la esperanza. Confiemos pues.
Para ver el trailer pinchar aquí.